lunes, 8 de julio de 2019

LOS PLANES DEL DESTINO: CAPITULO 4




Debo haberme quedado dormida en algún momento porque el teléfono me está despertando. Saltando, rápidamente lo agarro y veo que es Laura quien está llamando. 


—¿Dónde diablos estás? — Grito en el teléfono.


—Um, ¿dónde diablos estás?


—Perdóneme. Estoy aquí en tu cama y hay un jodido extraño en la mía—. Levanto mi voz.


—¿Qué demonios estás haciendo allí?


—He vuelto a casa, es una larga historia, una que quiero contarte en persona, no por teléfono. ¿Dónde estás? —Laura se echa a reír. No creo que nada de esto sea gracioso.


—Alan y yo decidimos venir a sorprenderte, en Kenia—. El mundo se detiene. ¿Ella acaba de decir Kenia?


—En serio, no estás en África, ¿verdad? —Mi cerebro está procesando sus palabras, pero no lo entiendo porque, en serio, esto no puede estar sucediendo.


—Sí, estamos aquí con Rob. Parece muy confundido de que hayas desaparecido de repente. ¿Qué está pasando, Pau? —Sacudo la cabeza, las lágrimas caen instantáneamente, pensando en ese hombre.


—Pau. Regresa. —Escucho a Rob por lo bajo.


—Lau. No pases el rato con Rob.


—Espera—. Las voces en el fondo se vuelven más débiles. —¿Que esta pasando?


—Es la razón por la que estoy al otro lado del mundo—. Intento contener mis lágrimas.


—¿Qué demonios hizo? —Mi hermana es pequeña, 1.57cm en el mejor de los casos, pero ella es inquieta, siempre cuidó de mí, aunque es dos años menor.


—Lo he atrapado muchas veces jugando con las enfermeras—. Ahora las lágrimas caen libremente; se siente bien, finalmente contándole a alguien.


—Oh bebé. No tenía ni idea.


—Solo traté de mantenerlo, lidiar con eso porque estaba atrapada allí. Me inscribí por dos años y no podía romperlo, además, me encantó estar allí. Me encantó ayudar. Afortunadamente, uno de los otros médicos se había enamorado, así que cambiamos. Era de último minuto y no tuve tiempo de decírtelo. Solo quería irme. No quería que Rob supiera nada al respecto. Tuve que irme—. Estar atrapada en medio de la nada, con un compañero que te engaña, es un infierno. La primera vez que lo pillé, me desperté porque hacía mucho calor esa noche que no podía dormir. Salí de mi cama y salí a la noche, la ligera brisa me refrescaba un poco. Oí unos ruidos extraños en la esquina de mi tienda y fui a investigar, y fue cuando vi a Rob atornillar a una de las enfermeras contra unas cajas. Era una enfermera francesa hermosa y sexy, que había estado coqueteando con Rob desde que llegamos allí, pero nunca pensé que me engañaría.
Pensé que el anillo de diamantes en mi dedo me daría seguridad, estaba equivocada. Aquí es donde debería haber hecho una escena, gritarle, decirle que era un hombre horrible, pero no lo hice. Me di la vuelta y me dirigí a la tienda de alimentos para tomar una botella de agua. Me senté y lloré sola. Luego volví a mi tienda y me fui a dormir. Realmente patético. Fingí al día siguiente como si nada hubiera pasado, no porque pensara que estaba bien, sino porque estaba atrapada. Un par de veces más, a altas horas de la noche, tropecé con él y cada vez se me partía el alma, pero aún así nunca dije nada, ese viejo estoicismo ingles me viene bien6. Esperé hasta que pude tener la oportunidad de irme, y cuando la tuve, la tomé.
Yo engañé a Rob, una vez. Conocí a un buen soldado de la paz canadiense, fui su acompañante por los pueblos. Hubo una tormenta y era demasiado traicionero regresar al campamento, así que tuvimos que esperar en una pequeña habitación de hotel en la ciudad, una cantidad de tragos para una noche que nunca olvidaré.


—Bastardo—, grita Laura por el teléfono, sacándome de mis recuerdos. —Maldito bastardo, ¿cómo pudiste engañarla? —Puedo escuchar a Rob tratando de defenderse del ataque de Laura.


—Lau. Lau Detente. Lau. —Intento captar su atención, pero es como si ella hubiera dejado caer el teléfono.


—Pau—. Alan recoge el teléfono.


—Ella está haciendo una escena, ¿no?


—Sí, y para ser justos, Rob está actuando como un gatito, diciéndole que no sabe de qué está hablando. Que nunca hizo trampa—. Esto me hace enfadar, maldito cobarde. —Pero, Lau no está retrocediendo. Oh, mierda, creo que la seguridad está llegando. Me tengo que ir. Te llamaré si no nos arrestan—. Y con eso, él cuelga el teléfono. Miro hacia el techo de madera de la casa de campo, con cientos de años de estructura, y me río. Me río y me río, hasta que me duele el estómago. Solo puedo imaginar a mi pequeña hermana, abofeteando y golpeando a Rob, donde ella puede alcanzar, y él tratando de protegerse de ella. Amo a mi hermana. El hecho de que ella haya cruzado medio mundo para sorprenderme lo significa todo, pero aún más, está defendiendo mi honor.


Momentos después, mi teléfono vuelve a sonar.


—Lau. ¿Estás bien?


—Sí, yo si. Pero Rob no lo está—. Ella se ríe. —Como que causé una escena, y, bueno, les dije a todos con los que trabaja que es un cabrón. Que mi hermana es demasiado buena para él—. Esto me hace reír. —Al menos todos lo saben ahora. Estaban tristes al saber que te habías ido, te querían mucho aquí—. Empiezo a llorar.


—Lo sé; También los extraño mucho a todos—. Estoy pensando en los increíbles aldeanos que se convirtieron en mi familia mientras estuve allí.


—Oye, ¿dónde estás? —Pregunta Laura.


—Glencoe—, le digo a ella.


—Mierda. Um...


—Sí, ya conocí a la persona que alquila la casa, me tropecé con él desnudo.


—Oh, Dios mío, ¿tuviste que blanquear tus ojos?


—Todo lo contrario, no pude dejar de mirar. ¡Está caliente! —Laura grita en el teléfono.


—Esto es el destino, Pau. El destino—. Mi hermana es todo lo contrario a mí, ella cree en el destino, en las almas gemelas y en la felicidad. 


Es peluquera y pasa sus días vestida con ropas de colores brillantes y coloridos cabellos de arco iris. Ella está saliendo con Alan, un granjero aquí en Glencoe. Han estado saliendo por mucho tiempo, pero él todavía no le ha puesto el anillo. 


No es que a Lau le moleste.


—Sabes que no creo en el destino.


—Bueno, entonces dime. ¿Por qué demonios estoy aquí en Kenia y tú estás en Glencoe? Ambas sorprendimos a la otra por Navidad—. Me encanta su entusiasmo por el destino, pero soy médico, creo que en lógica y la ciencia.


—Falta de comunicación, no el destino—. Ella se burla de mí.


—No, algo está sucediendo, el destino esta en algo. Ha enviado a un chico caliente a nuestra casa y apareces después de que te rompan el corazón.


—Chico italiano caliente—, agrego.


—Oh Dios mío. Mira, el destino, hablas italiano, es el destino, Pau. Destino.


—Olvidémonos del destino por el momento. ¿Qué demonios vamos a hacer ahora que ambos estamos en lados opuestos del mundo?


—Bueno, Alan nunca ha estado en el extranjero, así que me encantaría mostrarle todo.


—Te voy a extrañar, pero necesitas explorar ese hermoso continente. Te veré cuando regreses a casa.


—Te extrañaré mucho. Kenia es hermosa, no puedo esperar a ver el resto.


—Te enviaré un correo electrónico para indicarte a dónde ir y qué ver, por la mañana.


—Gracias nena. Estoy tan triste que no estes aquí. Pero, me alegro de haberle pateado el trasero a Rob, nunca me ha gustado—. Esto me hace reír, porque es cierto. Laura siempre creyó que él era un rico snob titulado, que pensaba que era mucho mejor que todos los demás. 


Mirando hacia atrás, ella tenía razón.


—Está bien, bueno, diviértete, mándame un montón de fotos y te quiero.


—También te quiero, hermana, y salta a ese semental italiano.


—Adiós, Lau—. Me duermo rápidamente, el jet lag se hace cargo y mi corazón un poco menos roto.




6 la frase original es that good old English stiff upper lip coming in handy, es una expresion britanica para descibir a gente que no muestra sus emociones, es dificil de traducir puesto que en castellano no existe exactamente una traduccion para ello.




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