miércoles, 10 de julio de 2019

LOS PLANES DEL DESTINO: CAPITULO 10




—¡Que no! ¿Qué quieres decir con que tengo que pagarte el alquiler? ¿No me queda dinero? —Exclamo mirando la pizarra.


—Tienes que vender todo y pagar o declararte en bancarrota y yo gano—. ¿Cómo demonios esta mujer me ganó en un juego de bienes raíces?


—Ten piedad de mí, mujer, esta es mi primera vez —me burlo de ella.


—Diablos, no. Soy una de las personas más competitivas que jamás conocerás, no hay nada que puedas ofrecerme que me haga cambiar de opinión. —Reto aceptado. Me levanto, camino hacia ella y comienzo a besar su cuello.


—¿Qué... qué estás haciendo? —Su voz es temblorosa.


—Dijiste que no había nada en el mundo que te hiciera perder el juego y solo estoy probando esta teoría. —Mis labios se arrastran por toda su piel, pequeñas protuberancias pican bajo mis labios.


—Esto es hacer trampa, ya sabes... —Sus palabras se alejan mientras mis labios continúan su asalto.


—O, estoy cambiando a un nuevo juego, uno en el que ambos podemos ganar. —Esto la hace reír.


—Eso parece una sugerencia válida. —Ella se ríe. Rodeo la silla y le pido su mano, que me da con gusto. La levanto de la silla y la lanzo sobre mi hombro—. Pepe, Pepe —grita con alegría, golpeando mi espalda. Por suerte, la cabaña es pequeña mientras corro hacia mi habitación, abro la puerta y la arrojo sobre la cama —Estás loco.


—Sospecho que tu locura se me está pegando —le digo, dándole una sonrisa. Abro la mesita de noche, saco un condón y lo tiro a la cama, sus ojos se abren ante la acción.


—Supongo que el juego se está poniendo serio. —Sus ojos se oscurecieron hasta convertirse casi en un zafiro cuando comienza a desvestirse, la timidez que había mostrado antes se había ido, ya que se siente cómoda en mi compañía. Sigo su ejemplo y me quito la camiseta y los pantalones de chándal. Me lanza sus mallas, lo que me hace reír. Me instalo sobre ella, flotando lo suficiente como para no aplastarla.


—Fuiste una agradable sorpresa. —Ella me sonríe.


—Tú también lo fuiste. —El momento se establece entre nosotros, ambos sorprendidos por la facilidad con la que nos encontramos, ya que somos muy extraños, pero en este momento en el tiempo, siento que puedo ser yo mismo, no la persona que mi familia quiere que yo sea, sin responsabilidad, sin presión, sin fingir. Solo yo. Pedro.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario