martes, 16 de julio de 2019

INTENTO DE MATRIMONIO: CAPITULO 5




Paula paseaba por el campus Shreveport de la Universidad del Estado de Louisiana. Aunque dependiente del campus principal de Baton Rouge, acogía a cerca de cuatro mil estudiantes. 


Aquel ambiente la estimulaba, la hacía sentirse mucho más viva de lo que se había sentido en mucho tiempo, pensó mientras se encaminaba hacia las oficinas de administración. Lo interpretaba como una señal. Una señal de que había tomado la decisión adecuada.


—¿Paula Chaves?


Se volvió al oír su nombre, y se encontró con la mirada vivaz y la expresión afable de Matilda Washington. La joven estudiante afroamericana se dirigía apresurada hacia ella.


—Esperaba que nos encontraríamos hoy aquí —le dijo Paula, tras saludarla—. Pero no podía imaginar que me reconocerías de espaldas.


—¿Estás de broma? Nadie mueve las caderas como tú. Por ese contoneo tuyo, te encarcelarían al menos en cinco estados de la América profunda.


—Yo no me contoneo.


—Ya, claro. Y los políticos de Louisiana no mienten. Y por si eso fuera poco, el vestido que llevas es absolutamente letal.


Paula acarició la sedosa tela de su falda.


—Este vestido no tiene nada de particular...


—Acuérdate de que yo estaba contigo cuando te lo compraste en esa boutique en la que te revisaron tu cuenta bancaria antes de dejarte pasar. A mí solo me permitieron la entrada porque pensaron que yo estaba allí para llevarte las bolsas.


—Que loca estas. Me alegro muchísimo de verte. ¿Qué tal te va en las clases? ¿Y cómo esta Jake?


—Voy tirando. Tres sobresalientes, un notable y un humilde aprobado en la asignatura de Historia de Louisiana. Jake esta estupendamente. Ya está aprendiendo a leer.


—No me extraña nada, con lo inteligente que es. ¿Que hay de su papá?


—Marcos sigue tan ocupado como siempre. Sigue empleado en dos trabajos para que yo pueda seguir estudiando y licenciarme. Ese hombre vale su peso en oro — sonrió Matilda—. ¿Tu presencia en este campus quiere decir que vas a volver o que solo has venido para reírte de tus pobres y esforzadas compañeras?


—Estoy pensando en volver. Precisamente me disponía a recoger en la oficina un programa de las clases de primavera.


—¡Genial! Eso quiere decir que para el próximo otoño volveremos a estudiar juntas.


—Eso sí cumplo con los requisitos que me pidan. ¿Tienes tiempo para tomarte un café?


—Lo sacaré, siempre y cuando me prometas contármelo todo acerca de esa fabulosa luna de miel tuya. Y de tu matrimonio con el guapísimo doctor Chaves.


Paula se encogió por dentro, pero procuro no dejar traslucir sus dudas.


—La luna de miel fue maravillosa.


—¿Y tu vida con el doctor Chaves el sueño que todas nos hemos imaginado que sería?


«Mariano Chaves es un mentiroso y un impostor», la voz de la llamada anónima de aquella mañana la asaltó por sorpresa. Se obligó a seguir caminando mientras intentaba desterrar aquellos ridículos temores. Tal vez Mariano no fuera el marido con el que había soñado, pero era un hombre honesto, además de un gran cirujano, y lo amaba. Eso explicaba quizá las lágrimas que en aquel momento humedecían sus ojos. Matilda le rodeo los hombros con un brazo.


—Bueno, ignora la última pregunta. Todos los matrimonios tienen mañanas en las que una se pregunta por que diablos ha tenido que casarse. Yo tengo un programa de las clases de primavera, no hace falta que vayas a la oficina a buscarlo. Tomemos ese café, a ver si encontramos alguna asignatura en la que podamos coincidir. Te he echado mucho de menos.


—Gracias. ¿Que me cuentas de nuestro profesor favorito de Psicología? —inquirió Paula, necesitada de uno de los divertidos chismes de Matilda para mejorar su humor.


—No te vas a creer lo que ha hecho ese hombre.


Para cuando llegaron a la cafetería, Paula ya estaba recuperada del todo. Aquello era mucho mejor que quedarse sentada sola en un inmensa casa llena de placenteros recuerdos del pasado y de incomodas dudas sobre el presente. Tenía la inequívoca sensación de que aquel día iba a suponer un punto de inflexión tanto en su matrimonio como en su vida Aunque todavía no podía saber si iba a ser para mejor o para peor.




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