viernes, 19 de julio de 2019

INTENTO DE MATRIMONIO: CAPITULO 14




Paula intentó entablar una conversación superficial mientras se dirigían hacia su coche, pero fracasó miserablemente. Estaba con Pedro y, además, aquella no era la mejor de las circunstancias. Karen Tucker. Apenas el día anterior aquella mujer había estado viva, probablemente yendo a su trabajo, o quizá haciendo planes para el futuro. Hoy estaba muerta, y su cuerpo era un cadáver.


«¿Y no recuerdas haber recibido ninguna llamada extraña durante los últimos días?». La pregunta de Pedro seguía acosándola. La llamada que había recibido la mañana del día anterior solo había sido una broma, nada más. 


No había motivo alguno para pensar que podía haberse tratado de Karen Tucker. ¿Pero entonces por qué no se la había mencionado a Pedro? ¿Por qué no le había dicho que una mujer la había telefoneado para acusar a su marido de ser un mentiroso y un impostor? Se abrazó, dándose cuenta de que estaba temblando.


—¿Te encuentras bien?


—Claro que estoy bien. ¿Por qué no habría de estarlo?


—Por ejemplo, porque hoy he venido a verte sin previo aviso.


—Estabas haciendo tu trabajo, ¿no?


—Cierto. Pero ahora te estoy hablando como un viejo amigo.


Continuó caminando sin molestarse en responder. Ambos sabían por qué estaba allí, y eso no tenía nada que ver con su pasado.


—¿Qué tal está Rodrigo?


—Bien.


—Me alegro. Siempre me cayó bien.


Era verdad. Pedro había sido uno de los pocos extraños, ajenos al círculo familiar, que parecía haber conectado bien con Rodrigo. Aun así, habría despreciado su amistad con Rodrigo de la misma manera que la había despreciado a ella. Y Paula se resintió que hubiera sacado a su hermano a colación.


—¿Sigue en aquel hogar de Kings Highway?


—Sí.


—¿Está contento?


—En general sí, aunque tiene días buenos y malos. Acoplarse a una rutina siempre le viene bien.


—Me gustaría volverlo a ver.


—Dudo que se acuerde de ti.


—Tal vez sí. Solíamos tomar un banana split. Le encantaban los que tenían tres cerezas.


Paula suspiro de alivio cuando llegaron al coche. Pedro le abrió la puerta y ella se sentó al volante.


—Si más adelante recuerdas algo más, cualquier cosa relacionada con Karen Tucker, te agradecería que me llamaras —se sacó una tarjeta de un bolsillo de la camisa y se la entregó—. Llámame al móvil. Es la manera más directa.


—De acuerdo.


—Ah, y hablaba en serio acerca de lo de volver a ver a Rodrigo.


Paula vaciló, deseando que a Pedro se lo tragara la tierra. No ocurrió.


—La decisión es tuya, Paula. Si no quieres que lo vea, simplemente dímelo.


—No, si tú quieres visitar a Rodrigo, simplemente llámalo al hogar. La supervisora te concertará una cita. Pregunta por Tilda —sacó un papel, le apuntó el número de teléfono y se lo entregó.


—Gracias —le cerró la puerta de una vez, pero se apoyó en ella—. Insisto. Si te apetece decirme cualquier cosa, hablar de lo que sea, déjame un mensaje y me pondré en contacto contigo.


Aquellas palabras le suscitaron una enorme amargura. Ya habían pasado antes por aquello. 


Nueve años atrás, una llamada de teléfono suya habría significado un mundo de diferencia para ella.


—Si se me ocurre algo que tenga que ver con Karen Tucker, te llamaré.


Pedro asintió y se apartó del coche, mientras ella arrancaba. Se marchó. Eso fue todo.


Pero Paula se dijo que su visita le había cambiado el día. Ya no necesitaba dormir ninguna siesta, y ardía en deseos de ver a su marido. Iría directamente al hospital y lo sorprendería. Lo invitaría a comer.


Y le preguntaría si conocía a Karen Tucker.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario