lunes, 10 de junio de 2019
AMULETO: CAPITULO 12
La chica se está derritiendo con mi toque. Toda la noche he pensado en ella como ardiente y viva, pero después de tocarla durante unos minutos, resulta claro que está reprimida, necesitada y deseando.
Mi hermano puede haber hecho mil cosas de mierda a lo largo de los años, pero esta la hizo exactamente bien.
—Vamos, Paula, vamos a quitarnos esta ropa —le digo, tomándola de la mano y llevándola fuera de la camioneta, agarrando su mochila de la parte de atrás y colgándola sobre mi hombro.
Ella entrelaza sus dedos con los míos y se aferra a mi brazo. No va a irse a ningún lado.
Lo cual es bueno de dos maneras. Primero: mi polla está jodidamente dura como el infierno, y segundo: hay una apuesta que debo ganar.
Para el momento en que abro la puerta delantera de un puntapié, ella prácticamente está derritiéndose contra mí. Tal vez luchó demasiado tiempo, y después de ese beso fuera del pub, me dio una idea de lo que podría haber en el almacén con ella… y bueno, demonios, soy un bastardo afortunado.
—¿Esta es tu casa? —pregunta mientras cierro la puerta por detrás de nosotros. Sus ojos escanean el pequeño interior. No me muevo para encender una luz.
—¿Quieres que te la enseñe ahora o más tarde? —pregunto, envolviéndola en mis brazos, presionando mi endurecida polla contra su vientre, queriendo retrasar lo inevitable.
Y queriendo terminar lo que hemos empezado.
Yo follo a las chicas en su camino fuera de la ciudad. No follo mujeres que podrían empezar a mirar mi casa de una manera más crítica.
Porque llamar a este lugar una casa es un poco exagerado.
Una cabaña, tal vez. Pero un cobertizo de cuatro por cuatro, un tejado sobre mi cabeza es probablemente más exacto. No he hecho exactamente una fortuna viviendo la vida de la manera en que lo hago. Llevar a gente de excursiones no es bastante comercial.
Que es la razón por la que lo hago. Porque significa que estoy libre de cualquier hombre y cualquier mujer, que reclamen un derecho sobre mí. Este estilo de vida funciona, siempre y cuando lo permita.
No habrá vacaciones en Tailandia como planea mi hermano, pero, ¿por qué necesitaría tal cosa? ¿Por qué me iría al extranjero cuando ya vivo en el mejor país del mundo?
Aún así, una mujer que está tan llena de personalidad como Paula, es posible que tenga unas pocas palabras que decir sobre este granero. Palabras que aún no quiero escuchar.
En este momento, estoy más interesado en desnudarla de toda esa ropa americana y llenarla con mi polla irlandesa.
—¿Qué pasa? —pregunta, y me doy cuenta de que ahora soy yo, el que me he perdido en mi cabeza.
Niego, despejando mis pensamientos, queriendo estar sólo en este momento.
—Nada, muchacha. Ahora veamos qué hay debajo de esas ropas.
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