jueves, 18 de abril de 2019

UN ASUNTO ESCANDALOSO: CAPITULO 28




Dos horas más tarde, pareció resultar que tenía razón. El champán fluía y la fiesta se había animado. Los novios anunciaron que iban a retirarse para disfrutar de su noche de bodas. 


Una a una, las limusinas blancas fueron aparecieron en recepción.


Paula y Pedro se subieron al último vehículo con Ricardo y Kimberley. Ricardo, que seguía molesto después de que la prensa estropease su boda en el puerto de Sidney seis semanas antes, dio las gracias a Pedro por deshacerse de aquel periodista.


—¿Cómo demonios han podido enterarse? Os juro que cuando descubra quién es el topo…


—Yo estoy empezando a pensar que es alguien del trabajo —comentó Kimberley, pensativa—. Últimamente ha habido demasiadas coincidencias.


Paula se sentía cansada, pero contenta, y se acurrucó contra Pedro.


Pedro piensa que hay periodistas en la ciudad porque Rafael estuvo aquí ayer.


—¿Rafael Vanee? —preguntó Ricardo—. ¿Qué estaba haciendo aquí?


—Vino a ver a Pedro —le explicó ella—. Son amigos.


La atmósfera de la limusina se enrareció. Ricardo bufó, enfadado, y Kimberley frunció el ceño, consternada.


—Has tenido una semana muy ajetreada, Pedro. Primero, Mateo Chaves, y después Rafael Vanee. Hay alguien que está comprando muchas acciones de Blackstone Diamonds. ¿No sabrás tú algo de eso? —le preguntó Ricardo.


Hubo un largo silencio y Paula se arrepintió de haber abierto la boca.


—Tal vez —respondió Pedro con naturalidad.


—¡Lo sabía! —dijo Ricardo entre dientes—. Sabía que Mateo Hammond estaba implicado.


Kimberley puso una mano en su brazo, pero Ricardo se echó hacia adelante y atravesó a Pedro con la mirada.


—Chaves os ha llamado a los dos, a Vance y a ti la semana pasada. ¿Esperas que crea que no hablasteis del tema?


—Puedes creer lo que quieras. Sabes que todos somos accionistas y, por el momento, yo estoy contento con la situación —entonces, él también se echó hacia adelante, acercando su rostro al de Ricardo—. Y eso es todo lo que voy a decir al respecto.


Paula y Kim intercambiaron una mirada de preocupación.


—No me fío de ti, Alfonso—le dijo Ricardo.


—¿Por qué ibas a hacerlo?


—¿Estás utilizando a Paula para acceder a la familia?


—¡Ricardo! —protestaron las dos mujeres al mismo tiempo.


—Ten cuidado con lo que dices —le advirtió Pedro.


—Dime que los tres no estáis planeando una OPA contra Blackstone Diamonds —dijo Ricardo también en tono amenazante—. Me parece justo pedírtelo, Pedro.


—A mí no me parece justo, y no conozco los negocios de Mateo, pero estoy contento con mis acciones —levantó la barbilla—. Por ahora.


Ricardo entrecerró los ojos, pero se echó un poco hacia atrás.


—¿Y Vanee?


—¿Qué pasa con él?


—¿Para qué se ha reunido con Mateo en Sidney?


—Eso es asunto de Rafael… aunque creo que ahora mismo tiene otras cosas más importantes en mente.


—La madre de Rafael acaba de fallecer —comentó Paula en voz baja.


—¿Y si te pidiese tu apoyo? —insistió Ricardo, que no estaba dispuesto a ceder.


Pedro tardó un momento en contestar y Paula contuvo la respiración.


—Si me lo pidiese, se lo daría.


Ricardo tomó aire sin separar la vista de Pedro, pero Kim metió la cabeza entre ambos y los fulminó con la mirada.


—¡Ya vale! Es un día para estar felices, ¡maldita sea!




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