viernes, 22 de febrero de 2019

PAR PERFECTO: CAPITULO 37




No necesitaba oír lo que decían; verlos era suficiente. Desde luego, tenía que admitir que su hijo mayor tenía buen gusto. Qué piernas tan estupendas.


Jonathan había ido allí el viernes y el sábado por la noche y la mañana del domingo, con la esperanza de ver a la novia de Pedro. Cuando ya había abandonado toda esperanza, encontró a la persona a la que menos esperaba ver. Ni siquiera sabía que Damian vivía en Boston, pero allí estaba, y Jonathan había estado a punto de tragarse el cigarrillo al ver al chico que lo desafió años atrás.


Los había visto juntos, y en público. Además, habían salido del piso. Tal vez su hijo hubiera tenido suerte aquella noche, o había ido a ver a Pedro o... realmente le daba igual. Lo único que le importaba era que había encontrado a sus dos hijos, y de forma bastante casual.


Pero Damian se despidió de la chica y se alejó, lo que quería decir que no vivía en el mismo edificio que Pedro. Ella volvió al portal, abrió con la llave, y Jonathan se apretó más contra la pared del callejón donde se ocultaba, aunque la chica no tenía por qué conocerlo de nada.


Genial. La novia de Damian vivía en el mismo edificio que Pedro y tal vez fueran amigos, lo que también le venía bien. Jonathan había traído viejas fotos de los álbumes familiares de Angélica con la esperanza de que ablandaran el corazoncito hasta a la chica más escéptica con la historia del padre que vuelve de la muerte para encontrar a los hijos que creía perdidos.


Las mujeres se creían esas tonterías y ella podría hacer que su novio se lo tragase también. 


Jonathan se estaba quedando sin dinero y odiaba el agujero en el que vivía. No podía perder el tiempo.


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