lunes, 11 de febrero de 2019
PAR PERFECTO: CAPITULO 2
Medio año más tarde
La función del Día de la Madre sería una catástrofe anunciada.
Veintisiete chicos de tercero corrían alocados por detrás del escenario haciendo todo tipo de travesuras y tropezándose con sus propios disfraces de animales.
Paula echó un vistazo a su reloj. Aún faltaban cinco minutos para que se abriera el telón. Sabía que lo único que haría detenerse a los niños sería su penetrante y poco femenino silbido, el mismo que utilizaba para reagrupar—los y llevarlos a clase después del recreo. Los niños siempre se tapaban los oídos en un gesto de terror fingido y obedecían a la llamada, pero no le gustaba la idea de emplearlo en aquel momento, consciente de la presencia de los padres al otro lado del escenario.
—Niños, niños, calmaos —susurró, pero nadie le hizo caso, lo que obligó a Paula a tomar una medida drástica.
Se llevó los dedos a la boca y silbó con todas sus fuerzas.
—¡Señorita Chaves! —exclamaron, llevándose las manitas a los oídos.
Paula hizo una mueca al acordarse de los padres, pero se tranquilizó al oír unas risas e incluso una sonora carcajada al otro lado del telón. Debía haber imaginado que ellos la comprenderían e incluso aprobarían sus medidas. Aliviada, se volvió hacia la clase.
—Muy bien —dijo, abriendo los brazos para que los niños acudieran hacia ella—. Recordad que tenéis que hacerlo lo mejor que podáis. Si os olvidáis de una frase o de una canción, no pasa nada. Esto lo hacemos para divertirnos, ¿de acuerdo?
Todos asintieron, muy serios para variar en sus peludos disfraces.
«Éstos son mis chicos», pensó Paula, y sonrió para sí.
—Y yo estaré delante del escenario, como en los ensayos, por si necesitáis ayuda para recordar algo. En el último ensayo salió todo genial, ¿verdad? —todos asintieron con vehemencia—. Vuestros padres estarán muy orgullosos de vosotros, tanto si han podido venir, como si no —dijo, mirando a ciertos niños en concreto.
—¡Hola, señorita Berenson! —gritaron todos a una cuando la cabeza de Aly Berenson, la profesora de música, apareció por el telón.
—Hola, pandilla. ¿Estáis listos para rocanrolear?
—¡Sí! —gritaron todos. Les encantaba Aly, con su pelo cobrizo y su facilidad para inventar en un momento una cancioncilla graciosa sobre cualquier alumno.
Aly miró a Paula.
—¿Y tú? ¿Estás lista? —preguntó sonriendo—. Tenemos un lleno absoluto ahí fuera. Paula le sonrió.
—Hay muchos nervios de preestreno sueltos.
—¿Tuyos o de los niños? —Tengo que reconocer que estoy un poco nerviosa.
—Yo también —admitió Aly—. Y no tengo excusa, porque todos los años escribo las canciones de las obras del colegio y ya tengo merecido un premio Tony. O dos.
Paula se volvió a los niños y les dijo que se colocaran en sus puestos. Mientras su zoo de ocho años corría a obedecerla, le dijo a Aly:
—Eres genial. Cuando se me ocurrió hacer una función el Día de la Madre, pensé que me matarías.
—No, es estupendo —dijo Aly—. Lo he pasado muy bien. La canción del tigre fue un poco complicada, pero para eso estamos los genios.
—En cualquier caso, toda esa gente no ha venido a vernos a nosotras...
—Tienes razón. Buena suerte. Te veré luego —dijo, antes de desparecer tras el telón.
Paula miró a los niños y cuando le pareció que todos estaban bien colocados, llamó a un leoncito llamado Jeremy y lo condujo al centro del escenario.
—¿Estás listo?
—Sí —dijo él, con voz temblorosa y decidida a la vez.
—Muy bien. Voy a salir ahí fuera. Tú quédate aquí, cuenta hasta veinticinco lentamente y después sal al escenario.
—De acuerdo, señorita Chaves. No estoy asustado —añadió, más para sí mismo que para ella.
—Ya lo sé —dijo, colocándole un dedo sobre la nariz—. Bien, empieza a contar.
Paula bajó al patio de butacas por una puerta lateral y se colocó frente al escenario. Decidió no dar un breve discurso de bienvenida porque imaginó que Jeremy estaña contando rápido, así que saludó con la mano a los padres que habían empezado a aplaudir y se colocó frente al escenario justo en el momento en que Jeremy salía a escena.
—Madres y padres —empezó Jeremy, recordando hablar en voz muy alta—. Los estudiantes de tercero de la señorita Chaves estamos orgullosos de presentar: Mamas salvajes. Y para eso vamos a ir al zoo, donde los animales se preparan para celebrar el día de la madre —con un rugido, Jeremy acabó su intervención y corrió tras la cortina con el aplauso de los padres.
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