martes, 29 de enero de 2019

FINJAMOS: CAPITULO 16



Paula se tranquilizó antes de entrar al restaurante, aunque no podía olvidar el beso. Se tocó la mejilla acalorada y miró a su alrededor. 


No había vuelto a ver a sus amigas desde que se fue a la universidad. Cuando vio a dos mujeres charlando animadamente en una mesa del fondo, supo que las había encontrado.


—¡Hola! —dijo, acercándose a la mesa.


—¡Paula! —gritaron las dos al unísono. Los clientes de alrededor se volvieron hacia ellas.


—Ha pasado mucho tiempo —dijo Paula sintiéndose como una colegiala.


—Estás fantástica, Paula—dijo Janet—. Ya eras bonita en el instituto, pero la madurez te favorece. Eres una mujer muy guapa.


—Gracias por la exageración —dijo Paula, mirando a sus amigas, que también estaban muy bien—. Las dos estáis radiantes.


—Después de haber tenido dos niñas, te lo agradezco —dijo Bobbi.


—Yo tengo tres —Janet alzó la mano y mostró tres dedos—. Dos chicos y una chica.


—Habéis estado muy ocupadas —comentó Paula, sintiendo una punzada de envidia.


—Venga —Janet apoyo la barbilla en las manos y se inclinó hacia delante—, háblanos de él.


—¿Él?


—¡Pedro! —exclamó Bobbi con una risita.


—¿Pedro? —Paula notó que el rubor le subía por el cuello e hizo una mueca—. No hay nada que contar.


—Pero estás en su casa. No me lo puedo creer —dijo Janet con los ojos muy abiertos. 


—Estoy con Marina —replicó Paula, recordando la escena del despacho y sus suaves labios.


—Recuerdo cuánto lo odiabas, Paula —Bobbi sonrió y echó un vistazo a la carta—. El menú especial tiene buena pinta —miró por encima del papel—. Y Pedro también, ahora que ha crecido.


—Es distinto de cómo era —dijo Paula, sorprendiéndose por defenderlo—. La gente cambia.


—Pero Pedro ha cambiado mucho. Está como un tren—dijo Bobbi enarcando las cejas.


—¿Cómo es que ahora es una estrella de la tele? —preguntó Janet


—Es muy agradable —Paula se esforzó por contener su frustración—. Y no es una estrella, es reportero. —se recostó en la silla—. ¿Es que no vamos a hablar de otra cosa?


—¿Se te ocurre algo mejor? —preguntó Bobbi, intercambiando una sonrisa suspicaz con Janet.


—Sí, claro que sí —Paula agarró la carta e intentó concentrarse en ella.


—Lo dejaremos si nos dices cómo es en la cama —susurró Janet.


—¿En la cama? —Paula alzó la cabeza de golpe.


—¡Chist! —advirtió Janet mirando a su alrededor—. No hace falta que lo anuncies públicamente, pero Bobbi y yo sentimos curiosidad.


—Venga, Paula —suplicó Janet—. Nos cuesta mucho imaginarnos una conversación entre Pedro y tú, por no hablar de...


—Chicas, hace mucho que sois amigas mías, pero eso está a punto de acabar —Paula las miró con el ceño fruncido. Hizo un esfuerzo por controlar la voz y siguió—. Primero, estoy con Marina, no con Pedro, como ya he dicho. Segundo, no me acuesto con Pedro. Tercero, no entra en mis planes acostarme con él —dijo con voz firme y convincente, No tenía planes, pero la posibilidad de que eso llegara a ocurrir la dejaba sin aliento—. Así que ¿podemos cambiar de tema? Habladme de vuestros hijos.


Las dos mujeres sonrieron y observó cómo ambas buscaban su bolso. En menos de un segundo, agitaban sendas carteras obligándola a concentrarse en las fotos de cinco niños sonrientes.


El truco había funcionado, pero Paula se preguntó cuántos amigos más habían oído decir que estaba con Pedro y cuántas preguntas y comentarios sobre el pasado tendría que soportar. La preocupaba aún más cómo enfrentarse al creciente deseo que sentía por él.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario