miércoles, 2 de enero de 2019

EL SOLTERO MAS CODICIADO: CAPITULO 38




-¿Podemos ir a algún sitio tranquilo para hablar? -le preguntó ella.


El indicó un camino que discurría entre la propiedad de los Tierney y la suya. Paula sabía que conducía a un embarcadero en la playa. 


Caminaron en silencio entre los cedros, robles y palmeras, y pronto la fría espesura del bosque dio paso a la calurosa luz de la costa. Siguieron avanzando hasta el final del muelle, entre las olas que rompían contra los pilares de madera.


Paula levantó el rostro y aspiró la brisa marina antes de volverse hacia Pedro. Su pelo rubio y alborotado relucía y se agitaba al viento, pero su mirada seguía siendo oscura y sombría.


¿Cuántas veces habían pescado juntos en aquel mismo embarcadero, o cuántas veces se habían arrojado mutuamente al agua desde allí? 


Demasiadas, y nunca el silencio había sido tan incómodo.


-Pedro, siento haberme ocupado de esta investigación -dijo ella finalmente, apoyándose contra la barandilla-. Esta mañana llamé a Malena y me retiré del caso.


-¿Entonces tu almuerzo con Tierney era puramente social? -preguntó él, mirándola.


-¡No! Le prometí a Malena que me pasaría por su casa para explicarle por qué abandonaba el caso.


-¿Y por qué lo has hecho?


A Paula se le formó un nudo de emoción en la garganta.


-He perdido mi... imparcialidad.


Pedro hizo un gesto con la boca y miró hacia el mar.


-Créeme, por favor. ¡No le di nada a Tierney! Y mucho menos un informe sobre Sharon Landers.


-¿Pensabas que había creído a Tierney cuando lo dijo? -preguntó, mirándola con el ceño fruncido.


-¿No lo creíste?


-No. Llámame ingenuo o egoísta, pero no podía creer que quisieras hacerme daño conscientemente.


La emoción que atenazaba la garganta de Paula creció con renovada intensidad.


-Pero cuando Tierney mencionó ese informe vi tu expresión de duda.


-No podía negar la verdad. Sharon Landers era mi paciente, Paula. Era madre. Y murió en mi mesa de operaciones. No estaba seguro de que tú lo supieras, y no sabía cómo te sentirías al enterarte.


-Oh, Pedro, el fallo no fue tuyo, pero aunque lo hubiera sido, no cambiaría nada lo que siento por ti.



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