jueves, 16 de agosto de 2018

LA AMANTE DEL SENADOR: CAPITULO 31




Pedro llamó a su chofer para decirle que podía regresar a Crofthaven, y se fue a casa de Paula. 


Tuvo que llamar al timbre cuatro veces, y cuando finalmente le abrió y vio que tenía los ojos rojos de haber llorado se sintió como un canalla.


—Oh, cariño... cuánto lo siento... —murmuró pasando dentro y estrechándola entre sus brazos.


—No podía hacerlo, Pedro, no me parecía que estuviera bien... No creo que estemos preparados para el matrimonio.


—Bueno, por lo que a mí me toca no estoy de acuerdo —replicó él—, pero si tú necesitas tiempo, te daré todo el que te haga falta.


Paula alzó la vista hacia él y escrutó su rostro con curiosidad.


—Lo he hecho todo mal —continuó Pedro—. Prácticamente te «ordené» que te casaras conmigo, sin darte la posibilidad de decidir. Miranda no puede creerse que ni siquiera te dejara comprar un vestido de novia —añadió con una leve sonrisa—. Debería habértelo pedido. Debería haberte dicho que te quiero y que necesito que formes parte de mi vida... hasta el fin de mis días, aunque supongo que ya es demasiado tarde, ¿no es así?


Paula asintió con tristeza.


—Parece mentira cómo lo he fastidiado todo —murmuró Pedro con la cabeza gacha. Paula inspiró profundamente.


—Supongo que tu intención era buena —dijo—, que estabas mirando por el bebé.


—Y tú también —murmuró él—. Pau, todavía quiero casarme contigo —le dijo mirándola a los ojos—. Te habría comprado un anillo, pero no sé qué clase de anillo te gustaría, y querría que lo eligieses tú si decidieras darme una oportunidad. Cuando te llamé desde el juzgado y me dijiste que no ibas a ir me sentí muy mal, pero si te alejaras de mí me sentiría aún peor, así que si necesitas tiempo, tómate todo el que quieras, pero por favor, dale una oportunidad a lo nuestro.


Paula se estremeció ligeramente, y por sus mejillas comenzaron a rodar una lágrima tras otra.


—Pero hay cosas que no sabes de mí, cosas que quizá hagan que no quieras casarte conmigo.


—Pues dímelas —la instó él—; al menos prueba.


Paula volvió a estremecerse y apartó el rostro.


—Estuve embarazada en otra ocasión, cuando era sólo una adolescente —respondió en un murmullo—. Entregué al bebé en adopción.


Sus palabras sorprendieron a Pedro, pero de inmediato una oleada de compasión lo invadió, y su corazón se encogió al recordar lo que le había contado sobre cómo su novio del instituto la había dejado por otra. La abrazó con fuerza y le dijo:
—Oh, Pau, pobre mía... que hayas tenido que pasar por todo eso tú sola... Sin un padre, ni una madre...


—Me sentí tan culpable —le dijo ella entre sollozos—; me decía que no estaba bien que hubiera dado en adopción a mi propia hija, pero no tenía dinero, ni familia, y... —no pudo terminar la frase porque su voz se quebró.


—¿Has intentado saber alguna vez que fue de ella?"


Paula asintió con la cabeza.


—Cada año sus padres adoptivos me envían fotos de ella y me cuentan cómo se encuentra, cómo le van los estudios... Son una gente maravillosa, pero ella no ha dicho que quiera conocerme, y a menos que lo haga creo que lo mejor es que me mantenga en un segundo plano —inspiró temblorosa—. En parte ésa es una de las razones por las que no puedo casarme contigo, Pedro. Yo... no sabía cómo te lo tomarías cuando lo supieras.


Pedro se miró en los ojos llenos de dolor de Paula, y supo que nunca había amado tanto a otra persona.


—¿Cómo podría rechazarte por eso, Pau? Sólo eras una adolescente, y tomaste la mejor decisión que podías haber tomado en ese momento —le dijo—. Hiciste lo que creíste mejor para tu bebé aunque fuera difícil para ti, y eso únicamente hace que te quiera aún más.


Los ojos de Paula volvieron a llenarse de lágrimas.


—Oh, Pedro...


Pedro tomó su hermoso rostro entre ambas manos.


—Pau, creo que ni siquiera te imaginas lo mucho que significas para mí, cómo ha cambiado mi vida desde que llegaste a ella. Te quiero, y querré igual a ese hijo nuestro que llevas en tu vientre. Cásate conmigo, Pau, dame la oportunidad de hacer las cosas bien por una vez en mi vida.



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