martes, 3 de julio de 2018

LA TENTACION: CAPITULO 28





—¿Qué te pasa esta mañana? ¿Alguien ha escupido en tu mermelada de fresa?


Pedro miró a Carlos, que acababa de entrar en la comisaría, con una botella de agua en la mano. Dejó a un lado el caso que tenía que leer antes de la clase de aquella noche.


—No he dormido mucho.


Carlos sacó una silla y abrió la botella.


—Y no parece que haya sido por una buena razón. ¿Qué ha pasado?


Pedro nunca había considerado a su hermano como un confesor, pero no vio otra opción.


—He estado investigando a Paula.


—¿Por alguna razón en particular o... por amor?


Pedro bajó la mirada hacia su escritorio.


—No es amor... exactamente.


—Sí, claro —respondió Carlos.


Pedro decidió dejar aparte el tema del amor. 


Carlos había sido testigo de bastantes cosas de su relación con Paula en el pasado como para intentar convencerlo de lo contrario.


—Le está ocurriendo algo, pero no quiere hablar de ello.


—Nunca ha sido una persona que compartiera sus cosas. Tal vez debieras darle algo de espacio.


—Eso es lo que he estado intentando hacer, pero justo antes de que entraras hablé con el hermano de un amigo, de Miami, y no me gusta lo que me ha dicho. Paula está limpia. Trabaja duro y, de hecho, toda su vida parece girar en torno a su trabajo. Pero Roxana, su compañera, es otra cosa. No se puede decir que se relacione con las mejores personas, a menos que sientas un cariño especial por los criminales.


—Sí, tiene mala pinta —dijo Carlos—. Pero, ¿por qué empezaste a investigarla?


—Paula no duerme por las noches. Usa mi ordenador en mitad de la noche y me trata como si no ocurriera nada. Lo único que me ha dicho es que tiene un problema en el trabajo.


—¿Crees que está metida en algo sucio? —preguntó Carlos.


Pedro negó con la cabeza.


—De ninguna manera. Aparte de aquella vez, cuando la metieron en la cárcel y se perdió la boda de Alejandra, su expediente está limpio.


Carlos se levantó.


—Te aconsejaría que te metieras en tus propios asuntos pero, ya que eres un cabezota y sé que no lo harás, me contentaré con decirte que recogeré tus pedazos del suelo cuando Paula se entere y te haga papilla.





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