martes, 24 de julio de 2018

CONVIVENCIA: CAPITULO 30




—¿Estás en el Sheraton? —preguntó Pedro, cuando salieron a la autopista.


—¡Ya sabes que es ahí donde me alojo siempre!


—De acuerdo.


No le había hecho ninguna gracia tener que vestirse de corbata y traje y salir a padecer el tráfico cuando había estado tan cómodo con Paula y los niños.


—Adelante, Pedro. Dime lo que está pasando.


—Bueno, ya sabes. Trabajo, como de costumbre.


—¡Claro que lo sé y sabes también que no estoy hablando del trabajo!


—¿De qué estás hablando? —preguntó Pedro, captando aquella vez muy claramente el tono de beligerancia que Catalina tenía en la voz.


—Estoy hablando de esa Paula. Es tan ama de llaves como yo.


—Bueno…


—Y tampoco es una señora de la limpieza.


—Normalmente, no, pero está pasando una mala racha y ha tenido que hacerlo. En realidad es…


—No tienes que decirme lo que es en realidad. Puedo verlo. Ahí, de pie, con ese bikini minúsculo y esa mirada en esos enormes ojos… Sí, supe lo que era en cuanto la vi.


—Espera un momento, Catalina, no es… —dijo él, concentrándose momentáneamente en el lento tráfico.


—Ahora entiendo por qué has estado evitándome.


—Venga ya, Catalina. Estoy en California y tú estás en Nueva York —dijo él, recordando por qué el trabajo en California le había resultado tan atractivo—. He estado completamente absorto con las fusiones y…


—¡Vale ya, Pedro Alfonso! Has ido a Nueva York casi todas las semanas y solo te he visto una vez. Y muy brevemente. No has estado tan metido en tus negocios como dices. ¡Ha sido esa mujer!


—¡Maldita sea, Catalina! ¿Por quién me tomas? Nunca le he puesto encima una mano a una mujer que trabaja para mí —le espetó él. Aquella acusación le escocía, teniendo en cuenta lo mucho que se había contenido con Paula—. Nunca me aprovecharía de ese tipo de ventaja.


—Oh, Pedro, cariño —susurró Catalina, cambiando de táctica inmediatamente—. No te estoy acusando. ¡Es solo que eres tan inocente! Sé que la gente se aprovecha de ti. Como esa Kathy. Y no me gusta que te utilicen.


—A mí no me importa. Además, me alegro de estar haciendo esto por Kathy. Y por mi madre. Esto sería lo que ella hubiera hecho.


—Entiendo cómo te sientes, pero… Me preocupas, Pedro. Eres demasiado sentimental. Y la gente se aprovecha de eso. Como esta mujer que se ha convertido en tu ama de llaves solo para estar cerca de ti.


—Eso no es cierto. Ella ni siquiera me conocía, ya te lo dije. La vecina me la envió. De hecho, estuvo limpiando la casa durante tres semanas antes de que yo la viera… —dijo recordando el beso del ascensor.


—Pero ella sí te había visto a ti, cielo. Y se imaginó todas las posibilidades.


—Eso no resultó muy difícil. Cualquiera podía ver que yo necesitaba ayuda.


—Lo que vio fue cómo tú podías ayudarla a ella.


—Bueno, sí. El acuerdo nos beneficiaba a los dos.


—Y me apuesto algo a que fue ella quien lo sugirió.


—Sí, pero…


—Entonces, se mudó a tu casa, se hizo cargo de todo y consiguió que todo resultara muy acogedor, ¿verdad?


—Efectivamente, mucho más de lo que lo había sido antes.


—¿Te prepara buenas comidas o algo para picar cuando llegas a casa tarde?


—Bueno…


—Oh, no tienes ni qué decírmelo. Conozco las artimañas de ese tipo de mujeres.


—Mira, Catalina. Paula no está tramando nada. Solo hace un buen trabajo en la casa y ocupándose de los niños. ¡Y eso es todo lo que está haciendo!


—¿Si? ¿Quieres decir que no se muestra encantadora, disponible siempre para darte un poco de compañía cuando estás en casa?


—Bueno…


—Y no tienes ni qué decirme el aspecto que tiene. La he visto. Ese biquini está diseñado para volver a un hombre loco. Y, créeme, eso es lo que esa Paula está intentando hacer.


Pedro pensó que no hacía falta un biquini. Esos pantalones vaqueros… Aquel beso… Había querido… Sin embargo, no lo había hecho. Y había tenido cuidado de no estar a solas con ella desde entonces. Cuando ella se marchara…


—No te preocupes. ¡Se marchará pronto! ¡Ya me encargaré yo de eso! —Exclamó Catalina—. Bueno, ¿dónde vas a llevarme a cenar? Es decir, si podemos salir de este horrible atasco.



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