lunes, 15 de mayo de 2017

PEQUEÑOS MILAGROS: CAPITULO 27







—¿Andrea?


—Hola, Paula, me temo que Pedro tiene que venir a la oficina lo antes posible. Hay un problema que sólo él puede solucionar.


—Vaya. Está bien. Le diré que vaya. ¿Quieres hablar con él?
¿No? Muy bien, entonces le daré el mensaje —colgó el teléfono y se dirigió a Pedro, que estaba a su lado—. Andrea quiere que vayas. Al parecer, hay un problema que sólo tú puedes solucionar.


—¿Puedo ir?


Ella fingió resignación, pero estaba encantada. Quería llamar a Joaquin sin que Pedro se enterara, así que…


—Creo que debes ir. Vamos, vete y acaba con ello de una vez.


—Eres un encanto. Y lo siento.


Se despidió con un beso y se marchó enseguida. Paula aprovechó para llamar a Joaquin.


—Hola, ¡creo que tengo que darte la enhorabuena!


—Ah, Juana te lo ha contado. Sí… Y gracias.


—¿Estás contento?


—Sí. Se llama Ryan, y es arquitecto. Quiere que vaya a vivir con él.


—¡Joaquin! Me alegro mucho por ti —le dijo—. Murphy te echará de menos, pero no te preocupes, me quedaré con él. Y así podrás verlo cuando quieras.


—¡Estupendo!


—Joaquin, quería preguntarte una cosa. Mi marido ha vuelto a aparecer en mi vida y estamos buscando la manera de seguir adelante. Nos gustaría encontrar una casa por aquí y se me había ocurrido que si nos vendieras la tuya, él podría montar la oficina en uno de los establos.


—Sí.


—¿Qué?


—Que sí, que te venderé la casa. Por supuesto que sí.


—¿De veras?


—De veras. Y me alegro de que volváis a estar juntos. Es
evidente que lo quieres.


—Oh, Joaquin, gracias. No puedes imaginarte lo que esto significa para mí. Llamaré a alguna agencia inmobiliaria para que nos la tasen.


—No te molestes. Tengo un amigo que tiene una. Él conoce la casa y nos podrá decir un precio justo. Si a ti te parece bien, lo llamaré.


—Claro, por supuesto. Dímelo en cuanto hayas hablado con él. Y si Pedro contesta el teléfono, no se lo digas, ¿de acuerdo? Quiero que sea una sorpresa.


Joaquin se rió.


—Muy bien. ¿Cómo están las niñas?


—Preciosas. Ya están intentando andar. Tengo que dejarte, que Eva se quiere salir del parque. Hablamos pronto. Besos.


—Besos, y cuídate.


Paula tomó a las niñas en brazos y las llevó al salón.


Les puso un montón de juguetes en el suelo y se sentó en el sofá, para llamar a Juana y contarle las novedades.









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