martes, 25 de abril de 2017

EL VAGABUNDO: CAPITULO 22




Paula aparcó el coche en el callejón que había detrás del Club de Campo, salió y caminó hacia Pedro, que esperaba en la puerta. Cuando llegó hasta él, se lanzó a sus brazos.


Ese mismo día, después de compartir la noche y el dolor que Pedro albergaba en su corazón, habían quedado para cenar juntos y hablar de su futuro. Pero hacía diez minutos, Pedro la había llamado por teléfono para decirle que tenía que marcharse de la ciudad urgentemente.


—Cariño, no tenías por qué venir, podría haber ido a tu casa —le dijo Pedro estrechándola en sus brazos—. Voy a alquilar un coche en el Southland Inn, Tomas lo ha arreglado ya.


—¿Qué ha ocurrido? Me dijiste que tu hermano te había llamado por teléfono y que se trata de un problema de familia.


—Verás, Paula… ¿Te acuerdas del hombre que conociste en el bar del Club de Campo la noche de tu cumpleaños? Bueno, la verdad es que no era un amigo, sino mi hermano.


Paula miró a Pedro a los ojos.


—¿Tu hermano? ¿Que Julian es tu hermano?


—Sí. Yo… me mantengo en contacto con él. Le di el número de teléfono de este sitio.


—¿Le ha ocurrido algo a Julian ¿Está enfermo? ¿Ha tenido un accidente?


Pedro apartó a Leah de sí, pero le acarició los hombros.


—Julian está bien, se trata de Carolina.


—¿Tu ex esposa?


—Sí. Hoy ha intentado suicidarse.


—¡Dios mío!


—Escúchame bien, Paula. No quiero marcharme, y mucho menos ahora que los dos tenemos que hacer planes, pero… Julian me ha dicho que la culpa que Carolina siente respecto a la muerte de Santiago la ha vuelto loca. Al parecer, está fuera de sí.
Julian ha cuidado de ella todo este tiempo… Julian está encaprichado con Carolina. Mi hermano creía que estaba enamorado de ella y Carolina le está utilizando para… Lo cierto es que Julian no está enamorado de Carolina y ella tampoco de él, pero eso no le impide tratar de destrozar la vida de mi hermano. ¿Me comprendes?


—No —admitió Paula—. No estoy segura de entender nada.


—Paula, tengo que ir a ver a Carolina, asegurarme de que pasa esta crisis. De lo contrario, se aferrará a Julian y le manipulará hasta destrozarle por completo.


—¿Y tú? ¿No crees que ella conseguirá manipularte a ti también? —preguntó Paula.


—Soy inmune a los encantos de Carolina. La conozco demasiado bien. Pero Julian no es como yo, Julian se entrega por completo a ella.


—Así que te vas para proteger a tu hermano, ¿no es eso?


—En gran parte es eso.


Pedro vaciló momentáneamente, preguntándose si Paula comprendería que no sólo se lo debía a Julian sino también a Carolina. Y a Bess.


—Cariño, es una historia muy complicada y muy larga.


—Crees que se lo debes a Carolina porque era la madre de tu hijo, ¿verdad?


—En parte también es eso. Comprendo que el sentimiento de culpa haya llevado a Carolina a intentar cometer suicidio. Yo he intentado lo mismo durante tres años, aunque eligiendo una muerte lenta. Hay algo más, la hermana menor de Carolina, Bess, lleva enamorada de Julian desde que era una adolescente. Sin embargo, mi hermano no puede fijarse en ella porque está encaprichado de Carolina.
Bess estuvo fuera durante años, pero ahora ha regresado y no quiero ver cómo esos dos pierden la oportunidad de ser felices por culpa de Carolina.


Paula acercó el rostro de Pedro al suyo y le besó.


—Para ser un hombre que ha intentado escapar a todo tipo de responsabilidad, pareces muy comprometido con tu familia. Comprendo tu lealtad, te comprendo, Pedro


Pedro la estrechó en sus brazos.


—Eres maravillosa, ¿lo sabías? Soy el hombre más afortunado del mundo.


Pedro le llenó el rostro de besos y ella los aceptó. Le amaba con desesperación y sabía que nunca amaría a nadie como a Pedro.


Paula rezó porque, una vez que Pedro se reuniese con su familia, fuese capaz de olvidar el pasado y prepararse para un futuro con ella.






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