martes, 21 de marzo de 2017

PROBLEMAS: CAPITULO 15




Paula marcaba con el pie el ritmo de la canción country que estaba tocando el grupo. Solange rió por algo que acababa de decir Susana Williams y luego se bebió el resto de la cerveza. Paula se preguntó una vez más qué hacían ella y sus dos mejores amigas en el Pale Rider. Ella había estado allí varias veces en los últimos años, pero aquella era la primera visita de Solange y Susana. Susana se había negado a beber algo con alcohol y Solange, que iba por su segunda cerveza, ya estaba un poco alegre. Sus amigas estaban tan fuera de lugar en el local nocturno más popular de Marshallton como un monje lo estaría en una discoteca.


Paula sabía que el único motivo por el que Susana y Solange habían accedido a pasar aquella noche loca era con la esperanza de hacerla salir de la depresión en la que se hallaba sumida desde hacía una mes, desde que Pedro Alfondo salió definitivamente de su vida.


-Este es un lugar muy interesante -dijo Susana, mirando a su alrededor.


-Algunas personas se sienten solas -dijo Solange-. Vienen aquí buscando un escape, esperando encontrar a alguien que las escuche, que las abrace, que se preocupe por ellas aunque sólo sea por unas horas.


Paula miró a Solange, que ya no reía. La soledad era una constante en la vida de Solange. Había enviudado hacía años y no se planteaba salir con ningún hombre. Todo el mundo se sorprendió cuando se casó con el socio de Claude Bishop, un hombre veinticinco años mayor que ella.


-No estoy segura de que quisiera pasar el resto de mi vida con la clase de hombre que te encuentras en estos lugares -dijo Susana, mirando a su alrededor con gesto displicente.


-Susana Williams, eres una esnob -dijo Paula-. Además, te gustan más los animales que los hombres. Siempre ha sido así. Cuando estábamos en el colegio tu salías a montar a caballo o a pasear con tu perro, mientras el resto de las chicas aprendíamos los hechos de la vida en la parte trasera de algún coche.


-Mira quién habla -Susana señaló a Paula-. Tú estabas demasiado ocupada lamentándote por Pedro Alfonso como para salir con otros chicos.


La sonrisa de Paula se desvaneció. No quería pensar en Pepe, no quería recordar cuántos años de su vida había pasado esperando a que llegara a amarla.


-Ya lo has hecho -dijo Solange-. Se supone que ese nombre no iba a ser mencionado esta noche.


-No importa -dijo Paula-. No mencionar su nombre no haría que dejara de pensar en él y en lo idiota que soy.


-Creo que me apetece bailar -dijo Solange-. Supongo que está fuera de lugar que os pida que bailéis conmigo. La gente pensaría mal. Pensad en lo que Maude Simmons escribiría en su columna en el Marshallton News.


De repente, las tres amigas estallaron en incontrolables carcajadas.


Paula alzó las manos en señal de rendición, rogándoles a sus amigas que dejaran de reír para poder dejarlo ella misma.


-Tenemos que parar o acabarán por echarnos.


-Supongo que estás bromeando -Solange señaló con un brazo a su alrededor-¿Quién podría oírnos con este ruido?


Susana miró distraídamente hacia la barra del bar.


-Oh, no.¿Qué estará haciendo aquí ese tipo?


-¿Quién? -preguntó Solange.


Paula siguió la dirección de la mirada de Susana.


-¡Maldita sea! Es Eric Miller. Si me ve voy a tener muchas dificultades para librarme de él.


-Podríamos irnos ahora mismo -sugirió Solange.


-Puede que no queramos hacerlo -dijo Susana.


-¿Por qué? -Paula notó que Susana ya no miraba la barra del bar, sino la entrada del Pale Rider.


Pedro Alfonso! -Paula no podía creer lo que veía.


-Si nos vamos ahora tendremos que pasar junto a él -Susana movió la cabeza-. Esta noche está resultando mucho más interesante de lo que esperaba.


-Tiene que haber una salida trasera -dijo Solange-. O podríamos ocultarnos en el servicio de las mujeres.


-No pienso ir a ningún sitio -dijo Paula-. El Pale Rider tiene un par de matones. Si Eric me molesta haré que le echen.


-¿Y Pedro Alfonso? -preguntó Susana.


-No sé por qué está aquí, pero te aseguro que él no me molestará.


-Sí, por supuesto -Susana movió la cabeza.





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