lunes, 20 de marzo de 2017
PROBLEMAS: CAPITULO 13
Paula apretó el periódico contra su pecho. No era extraño que Pedro se hubiera enfadado. ¿Qué sucedería si los periódicos de Memphis o Nashville recogían la noticia? Esa clase de publicidad iría en detrimento de la carrera política de Pepe.
-Paula, cariño, no te disgustes -dijo Pedro.
-Déjame ver el periódico -dijo Octavio, cogiéndolo de manos de Paula-. Tal vez deberíamos leer el artículo antes de sacar conclusiones y amenazar a Harrison con un pleito.
-Tienes razón -dijo Pepe-. Pero no me gusta que la prensa implique cosas respecto a Paula. Echa una mirada a la foto del juicio.
Octavio desdobló el periódico y miró la foto de la parte baja de la página.
-Pareces muy protector con tu brazo rodeando a Paula y esa fiera expresión en el rostro, hermanito.
-Todo esto no está bien -Paula deslizó la mirada de Pedro a Octavio, de este a Patricia y finalmente a Pedro de nuevo-. No puedo permitir que nuestra relación dañe tus posibilidades de presentarte a gobernador.
-No te preocupes por eso -Pedro le hizo una seña para que se acercara a él-. Todavía no he decidido si quiero entrar en política.
Paula permaneció donde estaba.
-¿A quién pretendes engañar? Todos sabemos que llevas años preparándote para la política. Maldita sea, Pepe. Todo el estado de Tennessee espera que anuncies tu candidatura.
-Puede que haya cambiado de idea, pero aunque no fuera así no quiere decir que tú y yo no...
-¡No hay ningún tú y yo! -Paula salió corriendo de la habitación
-¡Diablos! --gruño Pedro-. Vete por ella, Octavio. Tráela de vuelta. No pienso permitir que me deje ahora.
-¿Ahora? -preguntó Octavio-. ¿Qué diferencia hay ahora?
-Ahora que me han disparado. Ahora que me he dado cuenta de que sería capaz de morir por proteger a Paula Chaves. Ahora que he admitido ante mí mismo que soy más parecido al senador de lo que querría y que sé que no estoy dispuesto a que mis aspiraciones se interpongan en el camino de mi felicidad.
Octavio sonrió y salió rápidamente de la habitación. Paula estaba en el pasillo, con la espalda apoyada contra la pared. Miró a Octavio a través de las lágrimas que anegaban sus ojos. Octavio apoyó la mano en su hombro.
-Pepe quiere que vuelvas a la habitación. Quiere hablar contigo.
-No puedo volver a entrar.
-Deberías hacerlo. Lo que acaba de decirme tiene más sentido que nada de lo que haya dicho nunca -Octavio señaló con la cabeza la puerta de la habitación de su hermano-. Te necesita, Paula.
-¿Cómo puedes decir eso? Soy la última mujer en la tierra que necesita. La gente ya está murmurando que tenemos una aventura.
-Los dos estáis solteros. No creo que haga ningún daño que la gente especule sobre vuestra vida amorosa.
-Por favor, vuelve a la habitación y dile a Pepe que voy a hacerle un gran favor y me voy a apartar de su vida de una vez por todas. Dile que tenía razón. Lo único que hacemos es crearnos mutuamente problemas y lo mejor que podemos hacer para protegernos es permanecer tan alejados el uno del otro como sea posible.
-Sé que no quieres decir lo que estás diciendo, Paula -dijo Octavio-. No eches por la borda las oportunidades que tú y Pedro tengáis de ser felices debido a un sentido de la nobleza que...
-¡No! -Paula se cubrió los oídos con las palmas de las manos-. No estoy escuchando.
Antes de que Octavio tuviera oportunidad de replicar, Paula echó a correr por el pasillo. Quería salir de allí antes de debilitarse y ceder a lo que le estaba diciendo su corazón.
Pedro se irguió en la cama al ver que la puerta de la habitación se abría, esperando ver a Paula. Pero sólo entró Octavio.
-¿Dónde está? -preguntó Pepe.
-Se ha ido -dijo Octavio.
-¿Por qué le has dejado irse? Te dije que se lo impidieras.
-¿Qué querías que hiciera? ¿Traerla a rastras?
-¡Maldita sea! -Pepe golpeó con el puño la palma de su mano, arrancándose uno de los tubos que tenía sujeto a la mano izquierda.
-Voy a por la enfermera -dijo Patricia-. Tú trata de que se calme.
-No quiero calmarme. Quiero a Paula Chaves y la quiero ahora. No puede andar por ahí sola. Alguien trató de matarla ayer por la noche.
-Hablaré con Lorenzo -Octavio se sentó en la silla que había junto a la cama de su hermano-. Él puede hacer que protejan a Paula. Pero lo mejor que puedes hacer ahora por ella y por ti mismo es tomártelo con calma, descansar y recuperarte.
Dentro de un par de días podrás volver con Paula para protegerla y decirle lo que sientes por ella.
-De acuerdo, de acuerdo -Pedro volvió a tumbarse sobre la cama-. Quiero que me prometas que hablarás con Paula y harás que venga a Marshallton y se quede contigo y Patricia hasta que yo salga del hospital.
-Hablaré con ella, pero no creo que cambie de opinión. Me ha pedido que te dijera que va a hacerte un gran favor y va a salir de tu vida de una vez por todas.
-¡Maldita sea!
-Creía que eso era lo que querías -dijo Octavio-. Llevo años oyéndote decir cuánto te gustaría librarte de ella.
-Cállate, ¿quieres? ¿Acaso está prohibido cambiar de opinión?
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