viernes, 20 de enero de 2017
UN SECRETO: CAPITULO 14
Al día siguiente todos sabían que Raul Perrini era el nuevo presidente y Paula sintió mucha pena por Pedro. Pero no se iba a permitir la debilidad de telefonearlo y ofrecerle sus condolencias. Tenía que pensar en ella… y en el hijo de ambos.
No lo vio aquel día y pensó que seguramente estarían pasando demasiadas cosas en la oficina de Pitt Street.
Cuando llegó a su apartamento después de haber ido a nadar a la piscina local, Picasso estaba muy nervioso y vio que había mensajes en su contestador automático.
Pedro.
Pero entonces recordó que él ni siquiera tenía aquel número de teléfono. El mensaje era de su madre, a quien ella le había dado el número aquel mismo día. Cuando sacó su teléfono móvil del bolso, vio que tenía cuatro llamadas perdidas que él había realizado aquella tarde. Se sentó en una silla y puso la cabeza entre las manos. Entonces tomó de nuevo su teléfono móvil.
—Me he enterado de lo de la presidencia. Lo siento. ¿Por eso viniste a la tienda? ¿Para decírmelo?
—¿Por eso me has telefoneado? —preguntó Pedro a su vez—. ¿Para decirme que lo sientes?
—¿Por qué si no?
—Entiendo —contestó él, que parecía extraño.
—¿Pedro…? —al no obtener respuesta, Paula continuó—. ¿Quieres que vaya a verte?
—¿Venir a verme o volver?
—No voy a volver contigo —afirmó ella con dureza.
—No te preocupes, ahora mismo no necesito compasión —dijo él, suspirando.
Al colgar el teléfono, Paula pensó que Pedro Alfonso era un tonto que no necesitaba nada… ¡ni su amor!
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario