lunes, 9 de enero de 2017

PELIGRO: CAPITULO 13




Paula miró a Pedro.


—Desperté a mi primo. Me disculpé y le pregunté si podía usar su cabaña. Me dijo dónde encontrar la llave y colgó. Dudo que después recordara la llamada —dijo y después de hacer una pausa, continuó—: Me limité a usar dinero en metálico para no dejar rastro y, sin embargo, aquí están, pisándome los talones y diciendo mentiras sobre por qué me están buscando.


—Tienen motivos para hacerlo. Tienes una información que puede ponerlos tras las rejas. ¿Llevaban uniformes cuando los viste en el aparcamiento?


—Creo que no, pero llevaban uniformes cuando los vi acercarse a mi edificio.


El se puso de pie y comenzó a caminar cojeando.


—Te estás apoyando en la pierna herida —dijo ella sorprendida.


Se sirvió café y alzó la cafetera a modo de invitación. Ella sacudió la cabeza y Pedro volvió a dejarla en su sitio.


—Si voy a ayudarte a salir de ésta, tendré que usar las dos piernas.


—Debe de dolerte.


—Estoy acostumbrado. Además, esto es más importante.


—No tienes por qué involucrarte, es demasiado peligroso.


—¿Y qué harás? Si te están buscando a lo largo de esta carretera, seguramente han encontrado ya la cabaña de tu primo.


—Entiendo. Me imagino que pueden utilizar los medios de la policía para averiguar todo tipo de cosas.


—Yo también puedo —dijo él, sonriendo peligrosamente.


—¿De veras? ¿Estás conectado a la policía?


—No, mejor aún. Tengo un contacto que tiene toda la información federal a su disposición.


—¿Quién?


Pedro descolgó el teléfono mientras contestaba.


—Mi hermano.




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