lunes, 12 de diciembre de 2016

ENAMORAME: CAPITULO FINAL




Ya pasó un año y medio desde aquel fortuito día y realmente no puedo asegurar si existe o no la fórmula del amor. Lo que si estoy segura es que el amor todo lo puede.


Tras lo que fue sin dudas el peor momento de nuestra vida, nos vimos bendecidos con la noticia de que tendríamos un bebé… otro pequeño a quien poder consentir y mimar. Tres hijos, un futuro esposo y un perro llamado Bobby formaban parte de mi haber en este momento «mi sueño» pienso hinchada de amor. Creo que no puedo pedirle nada más a la vida, soy inmensamente feliz y plena.


Tras el rapto tuvimos unos días complicados, porque tampoco crean que desde que huimos un arcoíris de caramelo nació sobre nosotros. No. Lejos de eso y a
pesar de la felicidad de encontrarnos bien, tuvimos que declarar una y otra vez sobre lo sucedido. En la casa de Pedro… mejor dicho «en nuestra casa» se encontraron
cámaras y micrófonos instalados en lugares estratégicos y para el asombro de todos se pudo detectar quién fue el cómplice de todo este rebuscado plan. Rita «la cocinera de casa» era la amante del sujeto trajeado del secuestro. El nombre real del sujeto era Sergio Pierrot y era un reconocido narco, quien tenía pedido de captura en más de 15 países, era el cabecilla de una intrincada red de lavado de dinero y trata de blancas. Preso en más de una oportunidad por violencia doméstica y pedofilia, fue en una de esas oportunidades donde conoció a mi ex esposo, ni tonto ni perezoso, vio en los ojos de su abogado defensor la codicia y se volvieron “socios” «por llamarlo de alguna forma»


Ricardo sin lugar a dudas fue todo este tiempo una bolsa de sorpresas. Y hoy por hoy nuestros años juntos son una gran nebulosa gris que flota como un vago recuerdo en mi subconsciente. Creo que nunca llegué a saber con quién me casé realmente y a estas alturas nunca lo sabré.


Pero la sorpresa mayor fue que finalmente, y en el único y magnánimo gesto de honor que le conocí, fuera a dar su vida a cambio de la nuestra.


Cuando se lanzó sobre Pierrot y pidió que huyéramos, pude escuchar dos descargas de armas. Una de ellos cuando Ricardo fue herido gravemente en su abdomen, el segundo disparo fue el que mi ex propino sobre el mal nacido de su socio en su frente hiriéndolo de muerte automáticamente. 


Ricardo murió minutos más tarde suplicando perdón a los paramédicos que intentaron reanimarlo.


Aunque todo este tiempo se comportó como un maldito egoísta no logro guardarle rencor por todo lo que hizo. 


Porque en el fondo sé bien, que es gracias a él que estoy aquí.


Observo a mis tres hijos jugar en el fondo de casa. El pequeño Tomy intenta dar sus primeros pasos mientras sus hermanos mayores lo alientan. El más pequeño de la familia da uno, dos tres pasos y cae de cola sobre el césped, Bobby automáticamente va hasta él y lame su rostro como si tuviera que consolarlo. Los tres niños se largan a reír y nosotros hacemos lo mismo.


Pedro que toma sol a mi lado sujeta mi mano y me sonríe como solo él puede hacerlo. ¡No podemos ser más felices! 


Observamos con amor la situación y embelesados de tanta ternura nos unimos a ellos en un abrazo familiar.


Tomamos nuestros lugares en el césped junto a ellos y Sara se coloca detrás de mí para peinarme y jugar a las peluqueras. Mi pequeño Batman se lanza sobre Pedro para jugar a la lucha y Tomy imitándolos también trepa sobre su padre y hermano.


Somos una familia.


Somos lo que somos.


Con defectos y virtudes, momentos dulces y otros no tantos, pero somos felices.


Somos los Alfonso y lo bueno siempre está por llegar…


—¿Verdad, señor Alfonso?


—Totalmente de acuerdo, señorita Pau






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