lunes, 21 de noviembre de 2016

UNA NOCHE...NUEVE MESES DESPUES: CAPITULO 10





Pálido y tembloroso, Pedro subió al Ferrari, arrancó y salió disparado por la carretera.


¿Un hijo?


La palabra hacía eco en su cerebro, junto con todos los sentimientos que iban asociados a ella.


Un hijo que dependería de él. Un niño cuya felicidad sería responsabilidad suya.


Un hijo suyo.


Mascullando maldiciones, pisó el acelerador, tomando las curvas como un piloto de carreras…


Sólo cuando otro conductor tocó el claxon se dio cuenta de lo que estaba haciendo.


Pisando el freno, Pedro detuvo el coche en la cima de la colina y miró hacia la villa.


Paula estaba allí, en algún sitio, probablemente haciendo la maleta.


Y llorando.


Apartó la mirada, intentando aplicar la lógica a una situación que no la tenía.


Un hijo. Llevaba toda su vida intentando evitar esa situación.


Y ahora…


¿Por qué no había tenido cuidado?


Pero él sabía la respuesta a esa pregunta: cuando estaba con Paula cualquier pensamiento racional desaparecía de su cabeza.


Y no sería posible encontrar una mujer menos adecuada por mucho que lo intentase.


Paula quería tener cuatro hijos.


Pedro se pasó una mano por la frente. «Acostúmbrate a la idea de que vas a tener uno», pensó.


«Ése sería un buen principio».


Un hijo. Un hijo que dependería de él. Un hijo cuya felicidad estaría en sus manos.


Hasta ese momento no había sabido lo que era tener miedo de verdad. Pero en aquel momento lo tenía. Miedo de defraudar a su hijo.


Miedo de defraudar a Paula.


Si no sabía cómo educarlo, si lo hacía mal, su hijo sufriría. Y él sabía lo que era eso.





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