viernes, 15 de julio de 2016

RENDICIÓN: CAPITULO 8





El tiempo se le había escapado entre los dedos. Era mucho más tarde de lo que había imaginado. El sol, la suave brisa, la compañía de Paula… Se preguntó si algún hombre le había dicho cosas hermosas sobre su aspecto… Se preguntó qué haría ella si la tocaba… Si la besaba…


Más que nunca, deseó poseerla. De hecho, sentía deseos irrefrenables de olvidarse de la reunión que tenía en Londres y pasar el resto de aquella maravillosa tarde jugando a la seducción.


Entonces, de repente, ella se puso de pie y dijo que tenía mucho calor y que quería regresar al interior de la casa. Con un suspiro de resignación, él la siguió.


–Estás haciendo un buen trabajo –le dijo, consciente de que su cuerpo exigía un cierto tipo de atención que probablemente iba a hacer que el trayecto a Londres resultara muy incómodo.


Paula había puesto una necesaria distancia física entre ellos. 


Le aterraba pensar que pudiera animarlo a pensar que se sentía atraída por él. Más aterrador resultaba aún que ella pudiera estar deduciendo toda clase de tonterías por los comentarios que él realizaba. Era un hombre encantador, inteligente y muy sofisticado. Probablemente se comportaba de aquel modo con todas las mujeres con las que hablaba. 


Era como era y malinterpretar todo lo que decía a su favor sería algo que la pondría en una situación muy delicada.


–Gracias. Me pagas muy bien.


Pedro frunció el ceño. No le gustaba que se hubiera mencionado el dinero. Bajaba el tono.


–Bueno, sigue así –dijo cortésmente–. Y tendrás la casa para ti sola hasta mañana para que puedas hacerlo. Tengo una reunión muy importante en Londres y voy a pasar la noche en mi apartamento.


Le dolió que pareciera aliviada. Sabía que ella se sentía atraída por Pedro, pero estaba dispuesta a resistirse a pesar de las señales que él había enviado indicando que el sentimiento era mutuo. ¿Acaso no sabía que, para un hombre como él, que podía tener todas las mujeres que deseara con un chasquido de dedos, tanta reticencia era un desafío?


Esperaba que la noche que iba a pasar en solitario lo ayudara a poner un poco de distancia.


La dejó en el vestíbulo. En el rostro de Paula se adivinaba que estaba deseando que él se marchara. Ella lo necesitaba. 


Los nervios se le estaban tensando cada vez más. Se moría de ganas porque él se fuera. Por fin, cuando la puerta principal se cerró, lanzó un suspiro de alivio que se acrecentó al escuchar cómo el coche se alejaba de la casa.


No podía quedarse allí. Ciertamente, quería irse antes de que su hija llegara. No podía soportar la tensión de estar junto a él. Se sentía vulnerable y confusa.


Había descubierto mucho más de lo que le había dicho registrando las habitaciones de Raquel. No lo suficiente, pero, con un poco más de información, podría presentarle sus conclusiones y marcharse con el caso cerrado.


Había visto el ordenador y estaba segura de que encontraría la información que le faltaba en él. Tenía toda la tarde, la noche y parte del día siguiente. Durante ese tiempo, se aseguraría de que el asunto quedara zanjado porque necesitaba desesperadamente regresar a la seguridad de su vida de siempre…




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