lunes, 20 de junio de 2016

TU ME HACES FALTA: CAPITULO 19





Sentada descalza en el suelo del despacho por la tarde, estaba terminando de clasificar los papeles cuando oyó un coche acercándose. Se levantó para salir al pasillo y mirar por la ventana del hall. Gimió al ver a Pedro tras el volante. No podía ver a su padre pero se imaginaba que estaba con él. 


Salió al porche y Pedro la miró de arriba abajo cuando se bajaba del coche.- Pau, ¿dónde están tus zapatos?


Sorprendida se miró los pies, recordando que había dejado las botas al lado de la puerta del despacho. Para sentarse en el suelo estaba más cómoda sin ellas.-Dentro –respondió viendo cómo se abría la otra puerta. Su padre con cara de agotamiento bajó del coche. Llevaba un traje, lo que indicaba que se había subido al primer avión que había pillado sin cambiarse después del trabajo.- ¡Papá!- bajó los escalones del porche mirándolo preocupada. Tenía sesenta y dos años. 


Su pelo rubio como el de ella cuando era joven, ahora estaba totalmente cano. Sus ojos marrones la miraron con alivio- ¿Estás bien?- se acercó a él y le dio un abrazo.


-Paula, por Dios –dijo abrazándola emocionado- ¿Es que te has vuelto loca? ¿Qué te ha pasado en la frente?


-Estoy bien, un golpe tonto- dijo arrepentida apartándose para mirarlo bien- Es que…


-Pau ¿por qué no llevas a tu padre dentro para que descanse un poco y tome algo fresco? Está algo acalorado.


Miró a Pedro por encima del coche que estaba muy serio- Sí, claro. Ven, papá. Te va a encantar la casa, parece un museo.


Su padre pasó un brazo por sus hombros besándola en la frente. Parecía que no la quería soltar por si desaparecía. 


Subieron los escalones del porche con Pedro detrás, que llevaba la maleta de su padre. Fueron hasta el salón y se sentó en el sofá con su padre al lado que la cogió de las manos.- Hija ¿qué ha pasado?


Paula sonrió- Tengo un trabajo estupendo aquí, papá.


-¿Pero te das cuenta de lo que dices?-dijo horrorizado mirando a su alrededor. Pedro se tensó y Paula se mordió el labio inferior esperando que no se sintiera insultado- ¡Estás en medio de la nada! ¡Al otro lado del mundo! ¿Por qué no nos has dicho nada de esta locura?- su padre empezó a elevar el tono a medida que le hacía preguntas una detrás de otra. Miró a Pedro de reojo que los observaba con los brazos cruzados.


-Voy a ir a por un té helado para ti y después te explico – dijo levantándose del sofá.


-Pau, ponte las botas. Puedes pisar algo y hacerte una herida.- le dijo Pedro al pasar a su lado.


Asintió saliendo de salón y escuchó a los hombres hablar. 


Corrió al despacho y después de limpiarse los pies se puso las botas. Fue hasta la cocina donde Gwen ya tenía preparada una bandeja con té helado y unos sándwiches. 


Gimió antes de decir mientras cogía la bandeja –Te quiero- La mujer sonrió viéndola salir a toda prisa.


Cuando llegó al salón su padre y su jefe se miraban enfrentados. Aquello no iba bien.- Toma un té, papá. Te sentará bien.


Le dio un vaso y después le llevó otro a Pedro que lo cogió mirándola a los ojos.


-¿Vas a explicarme por qué mi única hija se ha venido al otro extremo del mundo?


Se acercó a su padre que empezaba a enfadarse de veras, pero no se sentó a su lado.- Voy a hacer esto. Aquí estoy bien.


-¿Estás bien? ¿Estás bien? ¡Tú no estás bien!- se levantó- ¿Sabes cómo está tu madre? ¡Al borde de un ataque de nervios!


-Pues no entiendo por qué. Vivo sola desde hace años.


-¡Llevas dos años haciendo locuras y esto tiene que acabar!


-¿Por qué?


Su padre la miró atónito – ¿Cómo que por qué?


-Si quiero hacer todas las locuras que me dé la gana es mi problema. He decidido pasar aquí un año. ¿Qué problema hay en ello? Soy joven, estoy sana y puedo hacer con mi vida lo que me dé la gana.


-¿Sin decirnos nada?- su padre estaba al borde de la apoplejía.


-Sabes porque no os lo dije. Porque sabía que me amargaríais hasta que cogiera el avión. ¡Así que lo hice así para que ya fuera un hecho!- dijo levantando la voz.- ¡Y no sé cómo puedes venir aquí que es donde trabajo a montar el espectáculo como si fuera una niña de cinco años!


-¿Está oyendo lo que me dice?- preguntó su padre mirando a Pedro que estaba apoyado en el marco de la puerta bebiendo tranquilamente su té helado.


-Sí, habría que estar sordo para no oírlos a ambos.- su ironía la sonrojó.- Si quiere que me posicione, no lo voy a hacer.


Atónita vio que no iba a decir nada para ayudarla y él levantó una ceja.-Gracias, jefe.


-De nada.- divertido levantó el vaso representando un brindis antes de beber.


Se volvió hacia su padre- Mira, podría haberlo hecho de mil maneras, pero elegí la que creí mejor para evitar problemas. Para evitar discusiones inútiles que no nos llevarían a ningún sitio. ¡Porque tenéis que discutir cada una de mis decisiones!


Jeronimo Chaves la miró como si no la conociera y Paula gimió porque ahora llegaba el chantaje emocional.- Hija- dijo con voz suave.- ¿No te das cuenta de lo que nos estás haciendo?- Pedro se enderezó y dio un paso hacia ella.-Tu madre y yo siempre queremos lo mejor para ti. – Paula se mordió el labio inferior.- Tú nos tratas como si quisiéramos perjudicarte y no es así. Todo lo que te decimos es por tu bien y porque te queremos.


-Yo también os quiero- susurró ella cruzándose de brazos. –pero eso no significa que tengáis que dirigir mi vida.


-¿Lo dices por la carrera? Cuando te sugerí que estudiaras veterinaria lo hice porque te vi muy perdida.


-¡Quería estudiar periodismo!


-Periodismo- dijo con desprecio- esa es una procesión arriesgada. Veterinaria tiene futuro y tú eres buenísima en eso. –Miró a Pedro- ¿Sabe que es veterinaria?


Pedro asintió seco y su padre sonrió- Era la mejor de la clínica donde trabajaba. Yo le conseguí el trabajo y su jefe estaba más que encantado con ella. ¡Y lo dejó de la noche a la mañana para ir de secretaria a un despacho de abogados donde cobraba una miseria!- miraba a Pedro como no lo pudiera creer- Y ahora hace esto.- Volvió la vista a Paula que estaba al borde del llanto- ¿Es por lo de Carlos? Hija, eres preciosa y tendrás mil hombres en Nueva York que harán cola para salir contigo…


-No es por lo de Carlos- dijo casi sin voz sintiéndose humillada porque dijera todo eso delante de Pedro.


-Sé que fue una decepción terrible después de tanto tiempo pero conseguirás otro novio...


-¡No es por lo de Carlos! –gritó harta.- ¡Aquí gano lo suficiente para pagar la entrada de un apartamento y es una aventura! ¿No lo entiendes?


-Pau, tranquilízate.- Miró a Pedro casi con desesperación.-Señor Chaves, entiendo que para ustedes tiene que haber sido un shock enterarse de que su hija ha salido del país pero tienen que darse cuenta que aquí no está mal. Que está trabajando en lo que quiere y está bien pagada. Realmente el problema es que no sigue las directrices que ustedes le marcan y se sienten frustrados.


-¡No es así!- dijo su padre indignado- Pero hacerlo de esta manera…


-Eso ya ha quedado claro, pero no se ha preguntado como tenía que sentirse ella para hacer algo así. Sólo le recrimina su actitud sin preguntarse cómo se sentía ella.


Su padre se sonrojó avergonzado- Lo dice como si fuéramos unos tiranos.


-Como usted ha dicho quieren lo mejor para ella. Pero para ustedes y para ella lo mejor no es lo mismo. Y como es su vida, tiene que decidir ella.


-Yo no quiero haceros daño- dijo ella suavemente- Me da la sensación de que os decepciono continuamente.


Su padre la miró atónito- Por Dios hija ¿cómo puedes decir eso?- se levantó y fue hasta ella –Eres la mejor hija del mundo ¿cómo vamos a sentirnos decepcionados?- la abrazó fuertemente y ella se aferró a él sintiendo que las lágrimas corrían por sus mejillas- Es que queremos protegerte. Eres nuestra niña. – la besó en la coronilla


-Te quiero, papá.


-Lo sé.


-Pero no me voy.


Su padre se echó a reír y se apartó para mirarle la cara- Todavía me quedan tres días.





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