miércoles, 15 de junio de 2016

TU ME HACES FALTA: CAPITULO 1









Paula metió unos vaqueros en la maleta, miró a su alrededor suspirando y apartando uno de sus mechones rubio platino de la cara. No tenía sitio para todas sus cosas.


-Pau, por Dios… piensa en lo que estás haciendo- dijo su amiga Sara mirándola preocupada.-Te estás tomando todo esto a la tremenda.


-¿Me enviarás el resto de mi ropa?- preguntó yendo hacia el armario sin escucharla para coger las botas vaqueras que no se había puesto nunca y que había comprado en un impulso. Ahora se las pondría.- No puedo llevármelo todo.


Su amiga se levantó de la cama donde estaba sentada y la cogió por los brazos para que la mirara.-No puedes hacer esto ¿me oyes? ¡Es una locura!


Sara era su amiga de toda la vida. Se habían conocido en el colegio y después de la universidad se habían ido a vivir juntas a aquel pequeño apartamento de Chinatown en Nueva York. Juntas habían empezado a salir con dos amigos y juntas se habían enamorado. Pero su novio decidió plantarla el mismo día que su amigo le pedía matrimonio a Sara. Había sido un mazazo terrible y Paula se dio cuenta de que tenía que cambiar de vida. Totalmente. Miró con sus ojos verde esmeralda a su amiga y sonrió. Era totalmente opuesta a ella. Sara era pelirroja y con los ojos azules, mientras que ella rubia, de ojos verdes y además le sacaba la cabeza. Sara era la alocada mientras que Paula era la serena y la que lo analizaba todo mil veces. Sin embargo era ella la que iba a cometer una locura por una vez- ¿De qué tienes miedo?- le preguntó a su amiga.


-¡De perderte!- gritó furiosa soltándola y empezando a caminar por la habitación- ¡Te vas al quinto pino por un mal hombre!


-No es un mal hombre- dijo con tristeza- Carlos simplemente no me quiere.


-¡Te perderás mi boda!


-¡Claro que no!- se acercó y la abrazó- Estaré aquí. Ya lo he hablado con mi jefa y me da permiso para venir.


-Si te fueras a otro estado- protestó su amiga apretando el abrazo- pero ¿por qué te tienes que ir a Australia?


-Es un trabajo magnífico- se apartó de ella intentando contener las lágrimas.- Me pagan tres veces más de lo que gano aquí como secretaria de ese capullo.


-Pero puedes buscar otro trabajo- le rogó por enésima vez


Se volvió a su amiga y se sentó en la cama- Ya lo hemos hablado. Mil veces.


Su amiga apretó sus labios e hizo una mueca- No voy a convencerte ¿verdad?


-Vamos Sara, este es nuestro último día. No discutamos.


Entendía perfectamente lo que sentía su amiga. En realidad se habían separado pocas veces desde que se habían conocido y nunca durante tanto tiempo. Paula había conseguido un contrato de un año en un rancho en Australia como contable de la dueña. En realidad por lo que había hablado con Cristabel Whight tendría que hacer de todo. 


Desde hacer de secretaria hasta asistente, pero le vendría bien para su currículum y podría volver para conseguir un trabajo mejor. Eso sino le gustaba el trabajo, porque su jefa le había dicho que allí estaría encantada y que no querría volver a Nueva York. Se alojaría en el rancho pues había habitaciones de sobra y así se ahorraría el sueldo. Era como estar a pensión completa. Podría ahorrar lo suficiente para llegar y entregar la entrada a un apartamento. Además le apetecía una aventura. Tenía veintiséis años y ya era hora de que viviera un poco.


-Está bien- dijo su amiga forzando una sonrisa.- Estaba pensando en secuestrarte hasta que saliera el avión pero...


Paula se echó a reír – Estás loca ¿lo sabías?


-Te quiero.


-Y yo a ti. Hablaremos a menudo por Skype y…


-Sí, sí. – dijo Sara aparentando aburrimiento habiendo un gesto con la mano.- Y te llamaré todas las semanas.


-¿No quieres que te llame?


-Muy graciosa- dijo entre dientes.- Un año. Después vuelves.


Le guiñó un ojo y extendió la mano –Hecho.



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