viernes, 10 de junio de 2016

LO QUE SOY: CAPITULO 27





Paula se subía por las paredes después de estar todo el día esperando la llamada del inspector Matters. No sabía cuántas veces le habían dicho que no había llegado, que no había aparecido y que no sabían nada de él en la comisaría. 


Tenían una reunión sobre el caso de los chantajes y quería dejar resuelto el tema antes del fin de semana porque el domingo sería cuatro de julio y tenía intención de relajarse durante todo el día con Linda. Disfrutar de una buena sesión de spa, comer en un lugar caro y con encanto, tomar una copa o dos y deleitarse con los fuegos artificiales que verían desde Central Park. Era una especie de ritual que seguían desde que se conocieran, hacía ya tres años. Se entendían, no se presionaban y se lo pasaban bien juntas. Era agradable tener una persona en la que confiar.


Fue hasta su mesa para preguntarle si sabía algo de Federico Matters pero Linda no estaba allí. Sus compañeras no sabían nada.


Pau regresó a su despacho y la llamó al móvil pero estaba apagado o en alguna zona fuera de cobertura. La llamó a casa y nadie contestó. «Qué extraño», pensó. No era habitual en Linda estar incomunicada y no dejar rastro. ¿Qué habría sucedido? Si Federico tampoco había aparecido por la comisaría, quizás estuvieran juntos, y si les había ocurrido algo… Volvió a marcar el número de móvil pero seguía apagado. Llamó al teléfono del inspector que le habían facilitado en la comisaría y daba señal, pero después de esperar un buen rato oyendo pitidos, colgó desesperada.


Llamó al teléfono de Simon, era probable que él pudiera localizar a Matters, pero para su absoluta exasperación, su hermano tenía el teléfono fuera de línea.


—¡Joder! —exclamó dando un violento, y nada femenino, golpe al auricular del aparato que tenía en las manos, pero no se rindió y llamó a la comisaría por décima vez.


—¿Ha vuelto ya el inspector Matters?


—No, señora. ¿Quiere que le deje otro recado? —preguntó algo molesto el hombre que respondió al teléfono.


—No, gracias. Páseme con Simon Chaves, por favor.


La música de la llamada en espera la puso de los nervios. 


No soportaba esos sonidos estridentes a modo de melodías clásicas, le recordaban a los organillos de las calles de Park Avenue.


—¿Pau? ¿Qué pasa? —preguntó Simon de golpe.


—¿Qué pasa? ¿Dónde tienes el jodido teléfono móvil? Te he estado llamando — dijo tan alterada que su voz sonaba gritona.


—Ay…, lo dejé en casa cargando, estaba sin batería —recordó.


—Mierda, Simon, eres idiota.


—Eh, ¿qué pasa?


—Nada, no pasa nada. Hoy no es mi día. No encuentro a Matters, ni a Linda ni a nadie. Dime que puedes encontrar, al menos, a Federico Matters.


—Pues, no lo sé. No lo he visto por aquí hoy. Espera, voy a mirar en su mesa. —Y la dejó esperando mientras escuchaba las voces ahogadas del personal de la comisaría.
Cuando regresó, la pregunta que le hizo la dejó fuera de juego.


—Pau, ¿está Linda en la oficina? —Su voz tenía una urgencia fuera de lo común.


—No, no ha venido. ¿Por qué?


—¡No te muevas de ahí, Pau! ¡Voy para allá!


—Pero, ¿por qué? —Se impacientó.


—He dicho que no te muevas de allí —y colgó.


Paula se quedó mirando el teléfono con una expresión extraña. Se sintió invadida por una rabia y una sensación de descontrol que no le gustó. Parecía como si la gente fuera por libre en los temas que a ella le incumbían, nadie le contaba nada y ya estaba harta de que le ocultaran las cosas. Tuvo la sensación de que Linda estaba en peligro. 


Recogió su bolso y se marchó.



* * * * *


Pasó por su casa a recoger el teléfono que continuaba al lado de la televisión de la cocina cargando. Busco el cargador del coche y salió disparado mientras llamaba a Pedro para dejarle un mensaje. Se había marchado a una misión de las suyas y la única forma de hablar con él era esperando su llamada.


—¡Simon! —contestó al primer tono—, ¿dónde coño estabas? Te he llamado…


—Sí, ya lo sé, me dejé el móvil en casa. —Hizo una pausa, respiro y añadió triunfal—: Alfonso, la tengo.


—Es Lindsay Schencil —dijo Pedro adelantándose a Simon.


—¿Cómo lo has sabido? —preguntó estupefacto.


—Mateo Roddson me echó un cable buscando información. Lo he sabido hace una hora y he intentado hablar contigo pero no había forma. Pau me cuelga el teléfono automáticamente, así que tampoco podía avisarla. ¿Cómo lo has sabido tú?


—Paula llamó preguntando por Matters. Fui a mirar a su mesa y en el fax había una foto de Linda, pero abajo ponía Lindsay Schencil. Reconocí el apellido porque yo participé en la detención de su hermano. Era uno de los primeros casos de Pau como ayudante del Fiscal, creo, y lo pasó realmente mal cuando el tipo se suicidó. Voy de camino a la Fiscalía para recogerla y ponerla a salvo. Linda no ha ido a la oficina hoy.


—¿Y el inspector Matters tampoco?


—No.


—¡Mierda! Envía a alguien a…


—Ya lo he hecho, descuida.




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