miércoles, 27 de abril de 2016

MI CANCION: CAPITULO 8





–Ahora que ha llegado este momento, no quiero que te vayas –afirmó Lisa.


Después de revolver el café que había preparado, se llevó su taza a la mesa de hierro forjado en la que solían sentarse para almorzar. No había mucho espacio en el sótano, que hacía las veces de almacén, pero Lisa había colocado una mesa y un fregadero, y además había instalado una nevera y un horno microondas para poder comer algo caliente de vez en cuando.


Absorta en sus propios pensamientos, Paula volvió al presente al tiempo que la pequeña rubia sacaba una silla de enfrente y se sentaba en ella.


–He dicho que no quiero que te vayas –Lisa dejó escapar un suspiro pesado y rodeó la taza de café humeante con las dos manos. Sus ojos marrones no escondían la emoción.


Paula se conmovió de verdad. Lisa había sido su amiga durante muchos años y habían vivido muchas cosas juntas, tanto buenas como malas. Para ella también iba a ser un mal trago tener que renunciar al trabajo en la tienda. La librería esotérica siempre le había parecido el mejor sitio del mundo para trabajar.


Pero, a lo largo de la semana anterior, Blue Sky se había convertido en algo más que una oportunidad extraordinaria para llevar a cabo aquello con lo que siempre había soñado. 


Se había convertido en algo personal. No solo había llegado a respetar y a admirar profundamente a sus compañeros de banda, sino que también había empezado a tomarles un cariño especial. Trabajaban tan duro y sentían tanta pasión por la música que hacían… Estaban tan entregados a su profesión… La marcha de Marcia Wallace había sido un duro golpe para ellos y Paula quería arreglar las cosas. Quería ayudarles a hacer realidad sus sueños también.


–No va a ser fácil para ninguna de las dos –dijo, poniendo su mano sobre la de Lisa–. Pero no me voy para siempre. Puede que ya no vaya a trabajar más en la tienda, pero eso no quiere decir que no esté por aquí. Seguiré viviendo en el pueblo, y cuando regrese a casa después de las giras, nos veremos todos los días porque vendré a visitarte y a tomarme un café contigo.


–Eso lo sé –Lisa apartó la mano y se tocó el cabello con impaciencia–. Pero, si quieres que te diga la verdad, he estado muy preocupada por ti.


–¿Por qué? –Paula estaba muy sorprendida.


–Bueno… Irse con un puñado de extraños a Dios sabe dónde. ¿Cómo sabes que puedes confiar en esta gente?


–Lisa, poco a poco les he ido conociendo. Ya no son extraños. Son músicos profesionales. Pedro Alfonso, el mánager, es…


–De Pedro quería hablarte –Lisa respiró profundamente–. ¿No le reconociste cuando le viste por primera vez? ¿No recuerdas que hubo un escándalo sentimental sobre él en la prensa hace unos años? Su esposa le dejó por uno de los rockeros más famosos del mundo y después se dedicó a contar las intimidades de su matrimonio con Pedro en los medios.


De pronto, las palabras de Lisa comenzaron a resultarle familiares. El recuerdo de una fotografía del hombre al que se refería apareció en su mente.


–Le recuerdo –dijo, perpleja–. Ella le dejó por Mel Justice… el cantante del grupo Heart and Soul. No me había dado cuenta de que el productor con el que estaba casada era Pedro.


–Bueno, pues sí lo era. Y la imagen que dio en los medios de su vida con él no fue precisamente un camino de rosas. ¿Sabías que era modelo? No era una de las más famosas, pero sí era un rostro familiar en las revistas. La razón principal por la que se dedicó a hablar de él en los medios fue que él le había prometido que la convertiría en una estrella y no lo hizo. Al parecer, ella quería dejar las pasarelas y convertirse en cantante, pero, cuando se casaron, él no cumplió su promesa y ella tuvo una aventura con Mel Justice. Al final terminó divorciándose de Pedro para casarse con Mel.


–Y entonces le vendió su historia a los periódicos –dijo Paula tranquilamente.


Le sorprendía caer en la cuenta de que había estado casado.


–En cualquier caso, ¿qué tiene eso que ver con lo que yo te estoy contando, Lisa? ¿Por qué me estás contando esa vieja historia acerca de Pedro Alfonso?


–¿Por qué? Porque quiero que sepas en lo que te estás metiendo. Por eso.


Lisa levantó la taza de café y se la llevó a los labios, pero volvió a dejarla sobre la mesa sin beber ni un sorbo.


–Soy tu mejor amiga, y no puedo evitar sentirme responsable. La gente del mundillo musical está expuesta a toda clase de tentaciones y comportamientos malos. No suelen tenerse mucha lealtad entre ellos. No quisiera que pasaras a formar parte de ese grupo y que las cosas se torcieran si la prensa decide volver a sacar esa vieja historia y empiezan a preguntarse si tú vas a hacer lo mismo.


–Pero yo no tengo una relación personal con Pedro, ¿no? Solo canto en la banda de la que es el mánager. Además, yo jamás vendería una historia a la prensa, aunque la tuviera. Tengo veintiséis años, ¿recuerdas? No soy una adolescente tonta. Puedo cuidar de mí misma.


A pesar de todo lo que había dicho, el corazón se le había acelerado sobremanera. Hasta ese momento, Lisa no le había dicho lo que opinaba respecto a su decisión de unirse al grupo.


«Sigue tu gran pasión. No dejes que nada se interponga en tu camino», le había dicho siempre.


–Muy bien. Entonces, si es cierto que puedes cuidar de ti misma, ¿qué pasa con Sean? –los ojos de Lisa brillaban.


Paula no daba crédito a lo que acababa de oír.


–Eso ha sido un golpe bajo, Lisa. De acuerdo. He tomado algunas decisiones equivocadas en mi vida. ¿Tú no? ¿El resto de la gente no? Eso no significa que todo lo que haga esté condenado al fracaso, ¿no crees?


–No debería haber dicho eso, Paula. Me refiero a lo de Sean. Lo siento. Debería haber medido mis palabras, sobre todo teniendo en cuenta a qué me dedico. Pero es que es difícil aplicar los conocimientos cuando se trata de alguien que te importa. Ya sabes cómo pueden llegar a ser los hombres. Tienen una mente que solo va en una única dirección cuando se trata de una mujer como tú, y te lo digo como un cumplido. Eres preciosa. Tienes talento y tu naturaleza es confiada y dulce. Seguro que van a intentar aprovecharse de ti… y tú vas y te marchas a la aventura musical con cinco de ellos.


–Bueno, tienes que intentar dejar de preocuparte, Lisa. Voy a estar bien. Estoy haciendo lo que quiero hacer. Nadie me está obligando. Si yo soy capaz de confiar en que todo va a salir bien, ¿por qué no puedes hacer tú lo mismo?


Paula se puso en pie y llevó su taza al fregadero. La enjuagó y la puso a secar boca abajo.


–Será mejor que suba y releve a Nicky para que pueda venir a comer. Hoy es mi último día en la tienda, así que no lo estropeemos discutiendo.


–Lo siento. Es que me siento un tanto inquieta por lo que estás haciendo. No te enfades conmigo, por favor –Lisa también se levantó.


–¡No seas tonta! –sonriendo, Paula le alborotó el pelo–. ¿Cómo iba a enfadarme contigo por preocuparte por mí? Precisamente es preocupación por parte de la gente lo que me ha faltado en mi vida, así que te aseguro que estoy abierta a recibir todo el cariño y el afecto que me puedan dar –le dijo con entusiasmo.


Sin embargo, mientras se reía, no pudo evitar recordar lo que Lisa le había contado acerca de Pedro. Esa vieja historia la turbaba. No solía leer la prensa rosa y, en ese momento, se alegraba de no tenerlo como hábito. Fuera lo que fuera lo que hubiera pasado entre Pedro y su esposa, debía de haber sido muy doloroso. Tenía que concentrarse en su papel como vocalista de la banda y perseguir su sueño.


Lo demás no era de su incumbencia.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario