jueves, 10 de marzo de 2016

CON UN EXTRAÑO: CAPITULO 24




–Me cae muy bien Pedro.


–Es un buen hombre –contestó Paula, mientras levantaba la vista del dominical para ver la mirada evaluadora de Margarita. Primero su hijo y ahora su madre.


–Y por lo que se ve tiene mucho éxito. ¿Has visto su increíble cuarto de juegos?


–Sí lo he visto –repuso ella, pensando que había estado a punto de estrenar la mesa de billar con Pedro, aunque se lo ahorró a su madre.


–Jose está allí ahora; es el paraíso de un niño con tantos juegos.


–A Pedro le van los juegos –repuso Paula, y, dándose cuenta de que su madre quería hablar, dobló el periódico y lo dejó a un lado–. A veces pienso que es como un niño pequeño.


–A lo mejor es un poco descuidado, pero parece muy responsable. Quiero decir que es médico, y sabes mejor que nadie el grado de compromiso que eso requiere.


–¿Esta conversación lleva a algún sitio, mamá?


–La verdad es que me preguntaba si hay algo más entre vosotros.


–¿Por qué preguntas eso? –preguntó ella, tratando de contener el pánico.


–Porque ayer no dejó de mirarte de aquella manera.


–¿De qué manera?


–De la misma en que me miraba tu padre cuando salíamos –contestó la madre con sonrisa triste–. La misma en que me miró todo el tiempo que estuvimos casados.


–Mira, mamá, Pedro no es de esos. Es un gran médico y un buen amigo.


–Y bastante guapo, dejando a un lado el pendiente.


–Pero no es de los que se compromete.


–¿Cómo lo sabes?


–Confía en mí, lo sé.


–Los hombres pueden cambiar, Paula.


–Sí, como Adam, ¿no?


–Así que es eso, comparas a todos los hombres con Adam. Nunca serás feliz con nadie si sigues haciéndolo.


–A lo mejor no necesito a nadie más que a mi hijo.


–Pero Jose sí.


A Paula se le partió el corazón. La conversación con su hijo de hacía dos noches le había dejado ver que este había pensado en tener un padre, y también que había disfrutado de la compañía de Pedro, lo cual la preocupaba.


Pedro no es un buen candidato.


–Yo creo que sería un padre genial para Jose.


–Mamá, por favor.


–La vida te sorprende de muchas formas –expresó Margarita, acercándose a su hija y tomándole las dos manos–, igual que las personas, si les das la oportunidad. No te cierres las puertas o acabarás como tu tía May. Fue una vieja amargada y vengativa desde que la dejó tirada aquel predicador.


–Intentaré no volverme una bruja.


–Solo recuerda, Paula, a veces tienes que hacer un acto de fe y dejarte caer para aprender a vivir de nuevo.


Paula no quería cometer aquel acto de fe. No se atrevía a esperar que Pedro cambiara su idea respecto al compromiso. De hecho, no cambiaría nada de él, pues le encantaba casi todo, su sonrisa, su compasión, su sabiduría innata, su espíritu libre… No se atrevió a continuar, pues lo siguiente era reconocer que lo amaba, y no pretendía llegar tan lejos. Aunque temía que era demasiado tarde




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