miércoles, 27 de enero de 2016

A TRES PASOS: CAPITULO 8





Quince minutos después estaba leyendo un libro que le había regalado Malena, cuando se abrió la puerta de golpe sobresaltándola. Pedro con una camiseta gris y unos vaqueros negros se detuvo en el vano de la puerta mirándola con los ojos entrecerrados.


- Me ha tomado el pelo ¿verdad?


-Ya le dije que no era buena idea.


-Niñata consentida- dijo entre dientes entrando en la habitación. Puso los brazos en jarras y la miró fijamente- ¿Cómo estás?


-Bien ¿y tú?


-Yo no estoy aquí.


-Sí que estás aquí.


-Me refiero… ya sabes a lo que me refiero.


Paula chasqueó la lengua y cerró el libro dejándolo sobre la mesilla.- Estoy bien y me darán el alta en poco tiempo.



Se acercó a la cama- ¿Seguro? ¿No te habrán mentido? Voy a hablar con el médico.- dijo dispuesto a irse.


-Yo soy médico.


-Va, eres una loquera.


-Eh, que he tenido que estudiar medicina ¿sabes?


-Y yo que pensaba que a los siquiatras les daban la licencia en una tómbola.


-Me parto de la risa. Lo dice el que fotografía tetas.


Pedro sonrió abiertamente- Preciosas por cierto.


-No te lo niego.


-Aunque las tuyas no están mal del todo.


-Viniendo de ti es todo un piropo.-dijo con sus ojos azules echando chispas.


-Y tu trasero tampoco está mal.


-¿Quieres dejarlo de una vez?- estaba totalmente sonrojada. 

¿Por qué hablaba de su trasero? Para avergonzarla evidentemente.


-¿Por qué iba a dejarlo? Enséñame la cicatriz.- dijo llevando su mano a la sábana que la cubría.


-¡Aleja tus manos de mí, salido!


-No es algo sexual. Es interés artístico.


-¿Ahora eres un artista?


Pedro la miró ofendido y Paula se echó a reír pero aún así tiró de la sábana. – ¡No!


-Sólo será un segundo.


-Está cubierta, Pedro- dijo agarrando su antebrazo. Entonces vio las cicatrices. Tres cicatrices rectas que iban desde el interior del codo hasta la muñeca.- ¿Qué?- Pedro retiró el brazo con fuerza y ella le miró a los ojos.


-Tienes razón. Mejor te la veo cuando vuelvas a casa.


-No la verás cuando vuelva a casa. –dijo casi sin voz intentando recuperarse de lo que había visto.


-Claro que sí- dijo desviando la mirada.- Porque acabarás acostándote conmigo.


-No me acostaré contigo.


-He descubierto que es la mejor manera de que se vayan las vecinas pesadas.-dijo yendo hacia la puerta- Me largo.


-Pedro


Él se volvió con la puerta abierta y la miró a los ojos- No voy a irme.


-Por supuesto que lo harás. –respondió muy serio.-Ya me encargaré yo de eso.


Salió de la habitación dejándola en shock. Esas cicatrices eran profundas y claramente se las habían hecho con un cuchillo o una navaja. Y por su reacción supo que no eran las únicas que tenía. Cerró los ojos sin imaginarse por lo que había pasado y aún así había sacado a dos soldados de allí. 


Era increíble que estuviera cuerdo.


Y ella chillaba por un ratón. Era lógico que pensara que era una histérica.


¿Así que quería que se largara? Pues se iba a llevar una sorpresa. La iba a ver hasta en la sopa.


Ansiosa pidió el alta voluntaria tres días después. Estaba más que harta de estar allí metida- ¿Estás loca?- preguntó Malena al lado de Orson que intentaba convencerla.


-Prefiero estar en casa –dijo firmando los papeles. –Allí estaré más cómoda.


-Deberías esperar unos días.-dijo Orson muy serio.


-Soy médico, sé lo que tengo que hacer.- miró a su amiga y le guiñó un ojo- No haré esfuerzos y si noto algo raro, vuelvo inmediatamente.


-Eres la más cabezota…- Malena estaba a punto de pegarle cuatro gritos.


-Estoy bien. –se levantó lentamente de la cama y fue hasta sus pantalones cortos blancos que había llevado el día del ataque. Recordó que Pedro creía que eran muy cortos.


-Está bien –dijo Orson dándose por vencido.-No estoy de acuerdo pero si te empeñas.


-Me empeño- dijo poniéndose unas braguitas de papel que le había llevado una de las enfermeras.- En casa tengo mucho que hacer. Sin esfuerzos- añadió cuando vio que la iban a interrumpir.- Lo haré lentamente, lo prometo.


-Iré a verte en cuanto salga.


-Vale, mamá.


-¡Y ya puedes estar en la cama!


Estuvo así los veinte minutos que tardó en coger un taxi. 


Afortunadamente no se subió con ella, aunque no porque no lo hubiera intentado.


Suspiró de alivio al llegar a casa y cuando salió del ascensor, allí estaba Pedro mirándola con los brazos cruzados- Veo que el radar de Malena llega hasta aquí.


-¿Qué haces aquí?


Sonrió radiante- Te echaba de menos.


Pedro la miró confundido y después entrecerró los ojos- No tiene gracia. Vuelve al hospital.


Ella se acercó a su puerta.-Estoy bien.


-Está abierta- dijo cuando iba a meter la llave.
Puso los ojos en blanco y giró el pomo. Se quedó con la boca abierta al ver que su piso estaba pintado y con los muebles colocados en el sitio donde pensaba ponerlos. – ¿Cómo sabías dónde quería los muebles?


-¿Por qué piensas que he sido yo?- preguntó molesto.


-¿Por qué sabías que la puerta estaba abierta?- entró en el salón y se dio cuenta que todo quedaba perfecto. Fue hasta la puerta de la terraza y la abrió. – ¿Me has hecho la cama?



-Unas sábanas muy bonitas- dijo tras ella. Casi la rozaba y 
Paula sintió que le faltaba el aire.


-¿Te gustan?


-Me gustan mucho.- susurró en su oído- ¿Me enseñas la cicatriz?


-No estoy en forma para eso. –se alejó de él y fue hasta el dormitorio.


-Vamos, nena. Un vistacito.


Sonrió y se quitó la camiseta dándole la espalda. –Sólo si me enseñas las tuyas- dijo como si nada.


-¿De qué hablas?- se notaba la tensión en su voz pero no pensaba dejar que escurriera el bulto.


-De las cicatrices de tu torso. –fue hasta el baño y se mordió el labio inferior esperando una respuesta por su farol pues era una suposición.


El portazo al salir de su apartamento la hizo jurar por lo bajo. 


Estaba claro que no quería hablar del asunto. Se duchó lentamente y al salir con la bata puesta secándose el cabello con una toalla se detuvo en seco al verlo sentado en la cama. La miró como si quisiera matarla y Paula suspiró acercándose a él. Se miraron a los ojos y ella tiró la toalla sobre la cama- ¿Has cambiado de opinión?- susurró llevando una de sus manos a su mejilla. Él apartó la cara pero ella volvió a acariciársela y esa vez no la apartó.


-Te lo ha dicho tu hermano.-dijo agarrándola por la cadera y acercándola a él.


-No lo sé todo.- su mano bajó hasta su cuello y se lo acarició hasta llegar a su nuca.


-Y no lo sabrás nunca.-ella asintió cerrando los ojos cuando las manos de Pedro llegaron a sus muslos y subieron bajo la bata hasta acariciar su trasero- Ahora enséñame tu cicatriz.


Paula abrió los ojos y sonrió –No hay trato.- se alejó de él y salió de la habitación para evitar problemas. Aunque con Pedro habría problemas en cualquier habitación. Fue hasta la cocina y abrió la nevera- Mierda, tengo que hacer la compra.


-No vas a cargar pesos.- dijo Pedro desde la puerta de la cocina. Ella asintió –Pídela por Internet.


-Todavía no tengo conexión.- le miró como un animal herido y Pedro bufó antes de decir- Hazme una lista.


Paula sonrió radiante y fue hasta uno de los cajones de la cocina donde tenía un block con un bolígrafo. Se sentó en la mesa de la cocina y empezó a escribir. Él se sentó a su lado- Nena…


-¿Si?


-No te vas a quedar.


Ella levantó la mirada – ¿Qué quieres decir?- preguntó haciéndose la tonta.


-¡No te vas a quedar en el piso!


-¿Ah no?


-¡No! ¡Tienes que irte!


-¿Por qué? ¿Hay ratones?


Pedro entrecerró el ceño- ¿Me tomas el pelo?


-No pienso irme. Acabo de comprar el piso- ignorándolo siguió escribiendo y para fastidiarlo añadió a la lista tampones y compresas.


-¡No te puedes quedar aquí!


-Para no querer que me quede, bien que me ayudas.


-¿Qué quieres decir?


-Me has pintado el piso, Pedro.


-¡Porque estás convaleciente!


-Menuda chorrada- siseó sin dejar de escribir.


-¿Qué?


-Nada.- escribió crema hidratante de cara y Pedro miró hacia la lista. Paula esperó dos segundos.


-¡Ni hablar!


-No seas bobo, estamos en el siglo veintiuno.


-¡Ni hablar!


Ella para fastidiarle más escribió crema vaginal y Pedro abrió la boca asombrado. Paula se echó a reír a carcajadas y lo tachó haciéndolo suspirar de alivio-Tranquilo, esto no lo necesito.


-Muy graciosa. Sí, muy graciosa.- agarró el asiento de su silla y la acercó a él arrastrándolas patas. La miró a los ojos cogiéndola por la nuca- No te vas a quedar.


-¿Me vas a echar tú?- miró su boca durante unos segundos antes de volver a mirarle a los ojos.


-Sí- respondió con voz ronca antes de acercar su cara. 


Acarició sus labios suavemente. Para Paula, sentir su aliento sobre sus labios húmedos fue tan excitante, que gimió sin poder evitarlo. Pedro besó su labio inferior y lo acarició con la lengua suavemente.


Aquello era tan placentero….Paula se apartó de golpe y se levantó- Necesito comida congelada- dijo antes de abrir el congelador.


-Sí, me vendrá bien- dijo Pedro de mal humor.


Disimuló para no echarse a reír porque su cara era un poema. Terminó la lista que era enorme pues no tenía de nada y se la entregó.-Espera que te doy mi tarjeta de crédito.


-¡No voy a poder con todo!


-Pide que te lo traigan- dijo como si fuera tonto.


-¡Hola!- Leticia llegó en ese momento sonriendo radiante- ¡Acabo de hablar con mamá y tengo noticias!


-Se han casado en el barco- dijo ella emocionada.


-¿Cómo lo sabes?


Se miraron y se echaron a gritar. Se abrazaron riendo y dando saltitos.- ¡Nena, no hagas eso!- la cogió por el brazo apartándola- ¿Y si se te sueltan los puntos de dentro?


-Perdona- dijo Leticia preocupada.


-Estoy bien.- dijo emocionada- Así que todo va bien.


-Sí, al parecer papá le dio la sorpresa.


-Tenemos que celebrarlo.


Pedro puso los ojos en blanco.- No pongas esa cara ¡Tu hermana se acaba de casar!


-Lleva casada quince años.-respondió con aburrimiento.


-No seas aguafiestas. Vete a hacer la compra.


-¿Vas a hacer la compra?- preguntó su sobrina asombrada.


-Sé comprar ¿sabes?


-Te acompaño. No me fío.


-Pues ya que vas con él –le cogió la lista de la mano a Pedro y fue hasta la cocina para coger el boli- El champú que sea de lavanda- dijo mientras apuntaba- y los tampones…


-Dios mío, esto es una pesadilla- dijo Pedro pasándose una mano por los ojos.


-Te compensaré.



Él la miró a los ojos y gruñó haciéndolas reír.


En cuanto se fueron miró a su alrededor satisfecha- No va mal. En realidad no quiere que te vayas. Te está haciendo un hueco en su vida y eso es importante.






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