La música en el piso de al lado la despertó y gimió tapándose los oídos pues quería seguir durmiendo, pero cuando subieron el volumen se destapó la cabeza furiosa.
Se levantó y descalza abrió la puerta de su casa caminando los tres pasos que llevaban hasta su puerta. La abrió fuera de sí y caminó sobre el parquet con grandes zancadas hasta la sala donde ese energúmeno trabajaba. Él estaba de espaldas a ella, mirando algo en la mesa con una lupa – ¿Estás loco?
Paula suspiró antes de apoyar la mano de la lupa sobre la mesa y volverse
- ¡Tengo que dormir!- le gritó histérica acercándose a él.
-No es culpa mía que hayas estado de juerga- se volvió ignorándola y Paula entrecerró los ojos mirando a su alrededor. Vio la cadena musical en una estantería y fue hasta allí- Ni se te ocurra.
Le dio al botón apagándola y Pedro se enderezó- Me vas a obligar a cerrar la puerta con llave y es un coñazo, porque tengo que ir a abrir cada cinco minutos.
-No me extraña con el tráfico que hay en este piso- fue hasta la puerta para largarse cuando la música volvió a sonar y escuchó como subía el volumen. Se volvió lentamente y vio a Pedro al lado de la cadena sonriendo. Se cruzó de brazos retándola y Paula lo vio todo rojo.
–Te lo advierto. Tengo que dormir.- dio dos pasos hacia él, sin importarle que le sacara la cabeza.
Él levantó una ceja divertido- Te lo advierto. Sal de mi casa antes de que llame a la policía.
-¿Me estás amenazando?- preguntó indignada- No soy yo la que pone la música tan alta.
-Puedo poner la música en el volumen que yo quiera.
-¡No, no puedes! Esto es una convivencia.
-No, no lo es- dijo burlándose de ella.
Entonces Paula lo entendió todo. El piso había estado vacío tanto tiempo por su culpa. ¡Era el vecino del terror! Hacía lo que le daba la gana y cuando le daba la gana, sin importarle si molestaba a los demás- ¿Quieres guerra? ¡Porque te aseguro que la vas a tener! ¡Me acabo de gastar una fortuna en ese piso y me voy a quedar! Como si tengo que pasar por encima de tu cadáver.
-Y yo te aconsejo que lo vendas. Me gusta que no haya vecinos molestos a mi lado.-respondió con descaro.
-¡Maldito psicópata! ¡Te vas a enterar!- le gritó histérica.
-¿Qué pasa?- Leticia salió con un libro en las manos.
-¡Tu tío, es un chiflado que está sordo!
-Tío Pepe – dijo Leticia mirando a su tío con disgusto- Baja la música. Paula tiene que dormir.
-Que no hubiera estado de juerga.- dijo yendo hacia la mesa donde trabajaba.
-¡Tenía turno de noche, tío!
-Déjalo, Leticia. –dijo furiosa- No necesito que me haga favores.
Salió del piso y dio un portazo. Entró en el suyo y fue hasta el baño donde afortunadamente tenía tapones para los oídos. Se los puso y se volvió a tumbar en el sofá, tapándose con la manta hasta la cabeza. Pero aunque oía la música muy poco, ya se había desvelado del todo. Se iba a enterar. Puede que la hubiera pillado hecha polvo por culpa del trabajo y la mudanza, pero en cuanto se repusiera, el que no pegaría ojo sería él. Se vengaría, vaya si se vengaría.
Espabilada, se levantó de mal humor y se dio una ducha de agua fría. Después de prepararse la comida, pues ya era muy tarde para el desayuno, se puso manos a la obra.
Cubrió bien los muebles nuevos y el suelo con papel para evitar que se mancharan. Tardó una hora en cubrir los enchufes con papel pero cuando estuvo listo decidió que le daba tiempo para echar una mano de pintura. Con la música que Paula tenía puesta, le bastaba para estar entretenida y se le pasó el tiempo volando. Estaba pintando subida a la escalera cuando se abrió la puerta y allí estaba Leticia.- Hola.
-Pasa – respondió con una sonrisa. Bajó de la escalera y vio que entraba tímidamente.- ¿Necesitas algo?
-Venía a disculparme por lo de mi tío.
-No tienes que disculparte por él. Ya es mayorcito.
-Es buena persona, de verdad. Pero desde que trabaja en eso ha cambiado mucho.
-Me lo imagino- respondió entre dientes pensando en todas a las modelos que se andaba tirando.- ¿Quieres beber algo?
-No. Vamos a cenar fuera.
Al oír la palabra cena chilló y cogió la muñeca de Leticia- ¡Mierda, Martin!
Salió corriendo hacia la habitación cogiendo la ropa del armario. – ¿Tienes una cita?- preguntó Leticia que la había seguido.
-Sí y se me había olvidado. Guárdame el secreto.
Al ver la ropa interior que sacaba del armario Leticia sonrió maliciosa- No te gusta.
Se detuvo en seco y la miró- ¿Por qué dices eso?
Leticia levantó las braguitas de algodón rosa- ¿En serio, Paula?
Hizo una mueca arrebatándoselas de la mano – ¿No eres muy joven para saber estas cosas?
-No tanto. Sobre todo porque las amiguitas de mi tío no son muy discretas que digamos. Y ese vestido es horrible.
-Vaya, gracias.- se quitó la camiseta y los pantalones cortos.- No tengo otro. Hace siglos que no voy de compras.
-Podemos ir juntas.-dijo ilusionada.
-¿Te dejará tu tío?- fue hasta el baño y arrimó la puerta.
-Claro. Lo de ayer lo hizo por fastidiarte.
-Es muy agradable.- dijo oliéndose la axila porque no le daba tiempo a ducharse. Leticia se echó a reír y más cuando la vio salir- ¿Qué?
-¿Ni siquiera te duchas? Pobre hombre.
-Eres casi tan agradable como tu tío.- dijo cogiendo el vestido negro. Se lo puso y se ajustó los tirantes. Era muy pegado al cuerpo marcando todas las curvas. Cogió unos zapatos de tacón negros y se los puso mirando a Leticia.- ¿Qué tal?
-¿Qué tal si te peinas?
Entrecerró sus ojos azules.- ¿No se lleva despeinado?
-No tanto. Además tienes pintura en la frente.
Gruñó entrando en el baño otra vez y vio que tenía razón. Se cepilló su melena rubia hasta que brillo y decidió maquillarse un poco pues Martin todavía no había llegado. Se echó rimel y se pintó los labios de rojo intenso como se llevaba. Al salir Leticia silbó y ella le guiñó un ojo- Bueno, me voy. Por cierto mi tío me ha dicho que piensa cerrar con llave.
-Dile que me bese el…
-¡Paula!- Leticia se echó a reír a carcajadas mientras salía de su habitación y Paula lo hizo también.
Al llegar al salón, allí estaba Pedro mirando a su alrededor.
Cuando las vio reírse entrecerró los ojos mirando a Paula, que perdió la sonrisa y puso las manos en las caderas- ¿Sabes lo que es el allanamiento de morada?
-Mira quien fue a hablar.
-Haya paz. –Leticia le cogió por el brazo y tiró de él hasta la puerta.- Hasta mañana, Paula. Pásatelo bien con Martin.
Pedro levantó una ceja- ¿Has conseguido una cita con el carácter que tienes?
-Muérete.
Su vecino sonrió mirándola de arriba abajo, mientras Leticia salía de la casa.
-Hola.
Paula se volvió hacia la puerta y sonrió a su cita- Hola Martin. Ya estoy lista. –cogió el enorme bolso que llevaría al hospital y se acercó a la puerta.
Pedro y Leticia incomprensiblemente no se iban.
Pedro miraba a Martin fijamente y Paula no tenía más remedio que presentarlos.- Martin Davidson, ellos son mis vecinos. Leticia y el insoportable.
Martin levantó una ceja y alargó la mano hacia Pedro, que la fulminó con la mirada mientras Leticia reprimía una risita.- Que simpática, mi nueva vecina.
-Perdona pero como no te has presentado, no sé tu apellido.- cerró la puerta con llave y se volvió para mirar a Martin con una sonrisa radiante. – ¿Nos vamos?
-Sí, preciosa.- la cogió por la cintura y Paula no pudo evitar mirar a Pedro que parecía divertido.-Sólo tenemos dos horas antes de ir al hospital.
-¿Al hospital?- Pedro pulso el botón del ascensor.
-Somos médicos.- respondió Martin con esa arrogancia típica de los médicos.
Paula puso los ojos en blanco y Pedro levantó una ceja- Médicos.- miró a Paula y dijo –No te pega.
-¿Ah no?- preguntó a la defensiva.
-No.- dijo traspasándola con sus ojos verdes sin dar más explicaciones.
-Pues es muy buena. De las mejores con las que he trabajado.- dijo Martin mirándola con adoración que la incomodaba.
-Gracias, Martin.
-Es una pena que se vaya a psiquiatría.
Pedro soltó una carcajada y Leticia gimió. –Ahora lo entiendo todo. Es para sentirse en su ambiente.
Paula sintió unas ganas de matarlo….Afortunadamente las puertas se abrieron y cogió el brazo de su pareja para sacarlo del ascensor pues miraba confuso a su vecino.- Hasta mañana, vecina.- la burla en su voz le puso los pelos de punta y le fulminó con la mirada antes de sacar a Martin del edificio.
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La cita fue un absoluto desastre porque entre que estaba cansada, de mal humor por culpa de Pedro y que quería decirle a Martin que aquello no podía ser, se pasó toda la cena incómoda. Al llegar al hospital Martin le dijo- Está claro que esto no funciona. No has dicho más de cuatro palabras en toda la noche.
Se sintió fatal por su amigo- Perdona. No ha sido buena idea.
Martin asintió apretando los labios mirando hacia las puertas del hospital.- En realidad ya lo sabía. No sé por qué me he empeñado tanto.
Esas palabras le llamaron la atención- ¿Por qué dejaste de pedirle salir a Malena?
Él la miró sorprendido- Pues…
-Te gustaba mucho.
-Sí, pero todo el mundo tiene su límite.-respondió molesto.
-Sin embargo conmigo has insistido más tiempo.
-¿Entramos? Tenemos trabajo que hacer.
Paula le cogió del brazo deteniéndolo- Espera un momento.- le miró a los ojos- Martin ¿qué ocurre?
Su amigo desvió la mirada y parecía avergonzado- De verdad, tengo que entrar. Dentro de veinte minutos tengo que visitar a un paciente de planta.
Martin se alejó y confundida lo siguió hacia la entrada- No sé por qué te pones así. ¿Estás enfadado conmigo?
Su amigo se detuvo y suspiró antes de girarse para mirarla a los ojos- Estaba loco por ella- a Paula se le cortó el aliento- Pero después de darme un millón de excusas para no salir conmigo, la vi con uno de los cirujanos en un bar del centro. Y se lo estaba pasando muy bien- dijo irónico.
-Entonces empezaste a pedirme de salir a mí. Para demostrarle que no te importaba.
Martin asintió mientras que Paula pensaba en ello- ¿Estás seguro que era una cita?
-Claro que era una cita- enfadado se volvió y empujó la puerta de cristal.
-No, en serio. Puede que no fuera una cita. Sé que le gustabas.
Se volvió lentamente y la miró con los ojos entrecerrados- ¿Ah, sí?
Paula sonrió con picardía- Y sé algo más pero no te lo diré yo.
-¿El qué?
A partir de ahí fue Martin quien la siguió por todo urgencias durante toda la noche. La volvía loca con sus preguntas lo que demostraba que seguía loco por Malena.
Justo antes de salir, se encontró con Malena que llegaba en ese momento- Mañana tienes que pintar.- canturreó saliendo del vestuario.
Malena sonrió- ¿Qué tal tu cita?
-Todo perfecto. Ahí te lo dejo- pasó a su lado y susurró- Ya me darás las gracias.
Su amiga la miró como si quisiera matarla- ¿Qué has hecho?- siseó.
Silbó mientras se iba.- ¡Paula!
Ya me enganchó esta historia Carme. Sos la Reina!!!!!
ResponderBorrarMe gusta! Me gusta!!
ResponderBorrarSuper 😍😍😍😍😍
ResponderBorrarSuper 😍😍😍😍😍
ResponderBorrarNo! Me encantó! ya compré la historia! muy buen comienzo!
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