domingo, 23 de agosto de 2015

SEDUCIDA: CAPITULO 18




–¿Pau? –Pedro se quedó inmóvil, su tono contenido, ronco, su respiración agitada–. Pensé que querías esto. ¿Me he equivocado?


–No, pero no puedo… lo siento.


–No pasa nada.


Pedro tiró del top hacia abajo con manos temblorosas y la ayudó a levantarse.


El fuego de sus ojos se había convertido en hielo y se apartó para envolverse en la chaqueta, cuando lo que quería era abrazarlo.


Y lo peor era que Pedro no sabía por qué.


Sin pensar, salió corriendo, tropezando en la hierba. Solo sabía que tenía que poner distancia entre ellos.


Aquello le daba miedo y era mucho más complicado de lo que había imaginado.


Pedro la dejó ir porque necesitaba unos momentos a solas para calmarse. Si lo hubiera planeado mejor no estaría allí, con la entrepierna ardiendo y la única mujer que podía apagar ese fuego alejándose a la carrera.


Maldita fuera.


Tenía que ir despacio. Si iban a tener algún tipo de relación tendría que ir con cuidado porque Pau era frágil.


–Oye –murmuró cuando llegó a su lado.


–Lo siento –se disculpó ella–. Ha sido una estupidez. Había olvidado que estamos en invierno. La última vez que estuvimos juntos… era verano.


Pero eso no le decía lo que estaba pensando.


–Debería ser yo quien se disculpara –dijo Pedro por fin, pasándole una mano por el pelo–. ¿He hecho algo mal?


Ella negó con la cabeza.


–Es mi problema, no el tuyo. Solo quiero irme a casa.


–Te acompaño.


Pararon un taxi. Lo que más le preocupaba era ese repentino cambio para el que no encontraba explicación. 


¿Qué había pasado?


–Ahora mismo no soy buena compañía. Creo que es mejor que te vayas.


–Muy bien –Pedro apoyó una mano en el quicio de la puerta–. Lo que hubo entre nosotros sigue ahí, Pau, esta noche lo ha demostrado. Que lo exploremos o no depende de ti.


Paula se apoyó en la pared, esperando hasta que el taxi desapareció al final de la calle. Le dolía la cabeza y eso fue un recordatorio de que su relación con Pedro había tenido consecuencias.


Tuvo que hacer un esfuerzo para contener las lágrimas. 


¿Qué habría hecho Pedro de saber que estaba embarazada?


Se había hecho esa pregunta mil veces y volvió a hacérsela.







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