viernes, 17 de abril de 2015

SECRETARIA Y AMANTE: CAPITULO 25





Estefania se sorprendió cuando esa tarde Pedro la buscó en su departamento.


—¡Hermanito, qué sorpresa! —exclamó Estefania abriendo la puerta.


Pedro entró como una tromba, se plantó en medio de la sala y miró a su hermana con un gesto de interrogación en la mirada.


—¿Qué demonios le has dicho a Paula sobre mi?


Estefania cerró la puerta y fue hasta el sofá, se sentó y observó con detenimiento a su hermano mayor.


—¿Por qué la pregunta y… cómo sabes que hablamos de ti durante el almuerzo? —preguntó alzando las cejas.


—¡Porque hasta esta mañana las cosas entre ella y yo iban estupendamente bien!


—¿Qué cosas iban estupendamente bien entre ustedes? 


Estefania estaba comenzando a comprender que estaba sucediendo.


—¡Pues como buena observadora deberías haberte dado cuenta que entre tu amiga y yo pasa algo!


Estefania abrió los ojos como platos.


—¿Tú y Pau?


Pedro asintió.


—¿Era ella la mujer con la que estabas ayer por la mañana cuando fui a tu casa?


—Si, era Paula; estábamos más que bien pero luego tú la invitas a almorzar y desde ese momento ella ha cambiado conmigo y…


Pedro, creo que metí la pata y la metí hasta el fondo —confesó ella poniendo cara de preocupación.


Él se sentó a su lado y la miró a los ojos.


—¡Dime ya en que lío me has metido, Estefania!


Estefania le contó la charla que ella y Paula habían tenido durante el almuerzo y a Pedro no le quedó ninguna duda sobre que había motivado el enojo de Paula.


—¿Cómo pudiste contarle eso? —le recriminó él agarrándose la cabeza.


—Yo no sabía que la mujer que se ocultaba en tu cama era ella y por eso le conté sobre tu matrimonio fallido y tu rechazo a la idea de volver a casarte… jamás me hubiera podido imaginar que ella estaba enamorada de ti.


Pedro se puso de pie.


—Espero que todo este embrollo tenga solución, Estefy. No quiero perder a Paula por nada del mundo…—confesó reconociendo sus sentimientos hacia ella por primera vez.


Estefania le tendió la mano y él se la dio.


—No la perderás, te lo prometo, por mi cuenta corre que eso no suceda —le aseguró con una sonrisa cargada de optimismo.





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