Quince minutos más tarde, Paula comprobó que su instinto no le había fallado. Estaban los dos tendidos en la hierba, observando el claro donde dormían las cacatúas, viendo a tres hombres y dos vehículos. El GPS indicaba que estaban justo encima de su hijo, ¿pero dónde estaba Lisandro?
La puerta del utilitario azul estaba abierta, lo que le permitía ver el interior.
Allí no estaba. O estaba en el sedán blanco o no estaba allí, y solo se trataba de su mochila.
Intentó no pensar en eso.
—Lisandro está en el sedán blanco —le susurró él al oído. Paula miró hacia el vehículo y distinguió una coronilla despeinada asomando por el asiento trasero. El corazón le dio un vuelco—. Yo los distraeré, tú sacarás a Lisandro del coche y te marcharás de aquí.
—No creo que pueda…
—Puedes hacer cualquier cosa. Puedes hacer esto. Yo estaré justo detrás de ti. No permitiré que os pase nada.
—De acuerdo.
Pedro siguió hablándole suavemente al oído.
—Cuando te alejes, no quiero que mires atrás. Sigue andando hasta que llegues a casa. Luego enciérrate dentro hasta que llegue la ayuda. Confío en tu promesa, Paula. Sé que soy la última persona del planeta en la que quieres confiar, y después de las cosas que he dicho antes, me lo merezco. Pero eso también significa que soy la última persona por la que deberías arriesgar la seguridad de tu hijo.
¿Acaso no sabía que era el único hombre por el que alguna vez arriesgaría la seguridad de su hijo?
Pedro apretó la mandíbula y Paula se dio cuenta de lo mucho que le costaba controlar su miedo. Recordó algo que había dicho su padre una vez sobre el coraje. Que no era la ausencia de miedo, sino actuar a pesar del miedo.
Jamás había conocido a un hombre más valiente.
Asintió con la cabeza, decidida a ser valiente. Por él.
—Estaremos bien —dijo.
—Lo sé. No se me ocurre nadie en quien tenga más fe. Creo en ti, Paula. Cuento contigo para llevar a Lisandro a casa sano y salvo. Da miedo, pero hazlo por mí.
Ayyyyyyyy me encantaron los 3 caps, al fin aflojan un poco los 2.
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