martes, 6 de abril de 2021

FARSANTES: CAPÍTULO 42

 


Paula se mordió los labios. Alfonso era terrible. Le estaba restregando a Gabriela el hecho de haber arruinado sus vacaciones en México, y además que otra mujer hubiese alcanzado sus propios objetivos, desbancándola.


Pero parecía que a pesar de aquellas palabras tan duras, Gabriela no se iba a dar por vencida.


—Me gustaría pasar unos días en el rancho, para ver qué es lo que ocurre entre los dos. ¿Cabrá esa posibilidad, señorita Chaves?


—Pues… —balbuceó Paula, consciente de que todas las miradas estaban fijas en ella.


La gente que estaba alrededor del triángulo amoroso, había olvidado todo tipo de romanticismo y estaban deseosos de saber cómo iba a terminar aquello.


—Siempre tenemos lugar para un nuevo invitado —murmuró Paula, secamente.


—Eso es —dijo Pedro, abrazando a la vaquera, tomándola por la espalda. Cruzó sus fuertes brazos sobre el pecho de su prometida, y aunque fuese ridículo, Paula se sintió más protegida.


—Paula, ¿qué te parece si a Gabriela le asignamos como guía a Claudio?


La vaquera se atragantó y Pedro la besó en el pelo.


—¿Tú que opinas, Claudio?


—Yo me encargaré de que vuestra amiga lo pase estupendamente —aseguró el vaquero, antes de escupir una bola de tabaco, en el suelo del patio.


Los ojos de Gabriela no podían creer lo que veían. Aquel vaquero, le parecía la antítesis de lo que ella esperaba de un hombre.


—Bueno, creo que… —farfulló la vieja amiga de Pedro.


—¿Ves como está a tu disposición? —dijo Alfonso, sugerentemente—. Se trata de uno de los mejores vaqueros del rancho. Bueno, no es tan bueno como Paula pero te cuidará muy bien.


—Sí, sí —respondió a toda prisa Paula—. Bueno, es mejor que vayamos en busca de los caballos, para ocuparnos del ganado.


La vaquera no quería mirar a Alfonso, porque estaba a punto de soltar una carcajada. ¡Pedro era verdaderamente increíble! Después de todo, a lo mejor, Claudio y Gabriela iban a hacer buenas migas…


De todos modos, ya habían hecho sonreír al resto del grupo.


Los turistas y sus monitores fueron saliendo hacia la montaña y no podían evitar darse la vuelta para ver lo que ocurría entre el cuarteto en cuestión.





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