lunes, 12 de octubre de 2020

EN SU CAMA: CAPÍTULO 1

 


«Sólo puede ser ella».


El príncipe Nicolás Pedro Alfonso de Glendovia, observaba a la belleza de cabello de ébano desde la distancia. Era esbelta y grácil, con una figura en forma de reloj de arena y una cortina de sedoso pelo negro, que le caía por la espalda hasta la altura de las caderas. Estaba demasiado lejos para poder advertir el color de sus ojos o la generosidad de sus labios, pero confiaba en sus instintos y sabía que serían tan seductores como el resto de ella.


Ladeó la cabeza hacia el hombre alto vestido de traje que tenía al lado y le ordenó:—Averigua cómo se llama.


El guardaespaldas siguió la mirada de su jefe y tras una rígida inclinación de la cabeza se alejó. Pedro no necesitaba preguntar a Oscar cómo pretendía conseguir la información, ni le importaba.


El hombre regresó al cabo de unos minutos y se quedó junto a Pedro.


—Se llama Paula Chaves, alteza. Es la organizadora de la gala.


«Paula». Un nombre precioso para una mujer preciosa.


Se deslizaba por el inmenso y abarrotado salón de baile como si flotara, sonriendo, charlando con los invitados, comprobando que todo estaba en su sitio. El vestido de noche largo en color lavanda que llevaba, resplandecía a la tenue luz cada vez que se movía, ciñéndose como un guante a sus femeninas curvas.


Pedro no había ido a aquella gala benéfica con la esperanza de encontrar una amante, pero ahora que la había visto, sabía que no tenía la intención de abandonar los Estados Unidos sin conseguir que aquella mujer se convirtiera en su amante.


Cierto era que él era el miembro de la familia real encargado de supervisar las organizaciones benéficas de Glendovia, pero sus obligaciones no incluían asistir fuera de su propio país a actos para recaudar fondos. Normalmente, se lo dejaba a su hermana o a alguno de sus dos hermanos.


Pero aunque su hermana, Mia, había programado el viaje a Estados Unidos y asistir a esa cena, con el fin de recaudar fondos para construir un nuevo ala infantil en el hospital central de Texas, había tenido que cancelarlo todo en el último minuto. Y dado que él estaba allí con los magnates del petróleo, para discutir las condiciones de la importación de crudo para su país, se decidió que asistiría él en su lugar.


Hasta hacía pocos minutos había lamentado la interrupción de sus propios planes, sin dejar de maldecir a su hermana. Sin embargo, en ese momento, estaba pensando en enviar a Mia un ramo de flores o una caja de sus trufas favoritas. Quería agradecerle que lo hubiera puesto en el camino de lo que prometía ser una experiencia muy agradable.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario