viernes, 1 de febrero de 2019

FINJAMOS: CAPITULO 25



Paula, frustrada, permitió que la abrazara y apoyó la cabeza en su pecho. Él le quito la bandeja y la condujo a la despensa. Una vez dentro, encendió la luz y la abrazó de nuevo.


Paula parpadeó, comprendiendo que estaban en la despensa para evitar miradas curiosas. Pero le dio igual, cansada y frustrada, necesitaba el consuelo que le ofrecían los brazos de Pedro.


—Paula, no sé cómo permití que te metieras en este lío. Debería haber utilizado el sentido común, pero no tengo bastante —alzó su rostro hacia él—. Me he comportado como un tonto.


Bajó la boca hacia la suya y Paula, incapaz de resistirse, se puso de puntillas. Pedro acarició sus labios con suaves caricias, y ella disfrutó de la placentera sensación. Allí era donde debía estar.


La puerta de la despensa se abrió de golpe, alarmando a Paula. Patricia estaba en el umbral.


—¿Buscáis algo en particular? —preguntó, con ira no disimulada.


—Buscamos algo de intimidad, Patricia. Paula acaba de tener una mala experiencia con uno de los invitados.


—¿Contigo, quizá? —escupió ella con sarcasmo. Abrió la puerta más aún—. Me gustaría que los dos salierais de mi despensa.


Pedro, a cámara lenta, se agachó y recogió la cofia de sirvienta del suelo.


—Te diré lo que vamos a hacer, Patricia. Paula y yo saldremos de tu despensa y de tu casa.


—Pero papá está buscándote —exclamó Patricia con ojos muy abiertos y rostro ceniciento.


—Dile a tu padre que tuve una emergencia —Pedro empujó a Paula hacia la encimera e hizo que recogiera su bolso.


—Pero, Pedro... —su voz adquirió un tono autoritario—. ¿No te gusta trabajar para papá?


—He disfrutado trabajando para tu padre, Patricia. Pero no para ti.


Le colocó la cofia de sirvienta en la cabeza, se volvió hacia Paula y la condujo hacia la puerta.




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