jueves, 17 de enero de 2019

AL CAER LA NOCHE: CAPITULO 48





Georgia parecía desbordada de hombres llamados Billy Smith. De todas las edades. Y colores. Y religiones. De todos los grupos sociales. Pero no había ningún Billy Smith que viviera en La Grange o en Grantville. Así que aquel hombre no sólo era un violador y un presunto asesino, sino que también era un mentiroso.


—¡Dios! Es frustrante —dijo Mateo, frotándose el cuello—. Cuando por fin conseguimos una pista decente, nos quedamos empantanados con una montaña de números de teléfono.


—Necesitamos algo más. Alguna muestra de ADN, una huella dactilar. O una fotografía de ese hombre.


—¿No dijiste que conocías a una especialista en retratos robot de San Francisco?


—Sí, y voy a ponerme en contacto con ella esta misma noche. Me gustaría que viniera para hablar con Tamara mañana mismo. Si hay alguien capaz de crear una imagen a partir de la descripción de Tamara, ésa es Josephine.


—Por lo menos esta noche no hay luna llena —dijo Mateo.


—No ha vuelto a haber luna llena desde la noche que mataron a Sally.


—Tienes razón, y con luna llena o sin ella, tengo el horrible presentimiento de que ese tipo quiere volver a actuar.


—A eso se le llama intuición.


—¿Tú también lo crees?


—Sí. A ese tipo le encanta todo el circo de los medios de comunicación y poco a poco está perdiendo audiencia.


Mateo dejó escapar un suspiro.


—Y por supuesto, es muy probable que haya mentido sobre su nombre. Podría ser cualquiera.


—Cualquiera con una navaja afilada y la costumbre de acercarla al cuello de las mujeres.


Pedro estaba pensando en voz alta, más que conversando.


Y sobretodo, estaba pensando en Paula y en la tendencia del asesino a hacerle saber que la estaba vigilando. Si los periódicos lo hubieran sabido, habrían hecho el agosto. Y hubieran puesto a ese tipo al borde del delirio.


—¿Piensas quedarte a trabajar hasta tarde? —le preguntó Mateo.


—Me quedaré un rato más. Supongo que tú tendrás una tórrida cita.


—Digamos que una cita prometedora, ¿y tú? ¿Sigues saliendo con tu periodista?


—Yo no tengo a ninguna periodista.


Pero a pesar de sus palabras, estaba imaginándose a Paula en ese mismo instante, alzando sus enormes ojos castaños hacia él.


Aquello no iba a funcionar. Debería apartarse de su lado. Él no era bueno para Paula.


Esperó a que Mateo se marchara para sacar la fotografía de Natalia del cajón.


—Te abandoné. Te prometí que encontraría al asesino y no lo he conseguido. Y era lo menos que podía hacer por ti…


La había querido mucho, pero se había ido. Y lo único que deseaba ya Pedro, era que también lo abandonara la culpa.



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