viernes, 5 de octubre de 2018
SUGERENTE: CAPITULO 1
Atrevimiento o Verdad. Doce años atrás
El rostro de Paula Chaves poseía una belleza clásica, e incluso desde cierta distancia su piel se veía blanca y perfecta. El cabello le caía hasta la cintura, del color del ámbar… toda ella una mujer en ciernes, una tentación de algodón de azúcar rosa y miel que hacía la boca agua.
El centro de las fantasías de Pedro Alfonso se hallaba al pie de las escaleras del sótano hablando con una chica de pelo oscuro.
Notó cada movimiento de su cuerpo mientras sonreía y asentía por algo que decía la otra.
La minifalda a rayas rosadas revelaba los muslos suaves y esbeltos y le avivaba la imaginación y las hormonas masculinas. Sabía que era adrede. La semana anterior le había mostrado el boceto de la falda, diciendo con suavidad que su madre lo consideraba un garabato. Hábil con aguja e hilo, había fabricado esa pieza rosa del patrón que ella misma había dibujado.
Pero no era la ropa lo que le interesaba mientras estudiaba la vista y su mirada ascendía. Se le resecó la boca al ver las caderas curvilíneas, la cintura fina y un top que moldeaba unos pechos generosos y perfectamente redondeados y que mostraba el leve contorno de unos pezones que se pegaban contra la tela elástica y rosada.
Con dieciséis años, ya era bastante consciente de lo que significaba desear a alguien en el sentido físico, con la excepción de que tenía un montón de sentimientos contenidos por ella que resultaban bastante molestos. Las hormonas ganaron, algo que le costó digerir, ya que se enorgullecía de su intelecto. Se dio un respiro. Después de todo, no era más que un adolescente.
Ella tenía unos labios suaves y plenos y una boca dulce diseñada para dar toda clase de placer erótico. El pensamiento hizo que su estómago se contrajera y también que otras partes de su anatomía se pusieran firmes.
Ella captó su mirada y sonrió como un ángel.
Pedro sintió que todo en su interior se tensaba.
La maraña de emociones y sentimientos lo confundían aún más, atrapado como estaba entre las necesidades de su cuerpo y la percepción de su mente.
Paula era una complicación que no sabía cómo llevar.
Paula era su amiga.
Una amiga muy hermosa y sexy que había pasado de ser un pequeño torbellino rubio a una adolescente esbelta y sofisticada de dieciséis años.
Se hallaban separados por mundos diferentes.
Ella se movía en el círculo de los concursos de belleza y él pensaba ir a una universidad prestigiosa. Los padres de ella eran ricos. Los suyos no lo eran. A él le gustaban las matemáticas y ella las odiaba. Una chica que se hallaba tan alejada de su liga… estaba loco por pensar que podía tener una oportunidad.
La fiesta se encontraba en pleno apogeo y todos iban a jugar al Trivial Pursuit. Con su actitud desinhibida, Paula había convencido a su tía de celebrar esa fiesta de adolescentes sin que se enterara su madre. No podía culpar a la tía.
También él se hallaba bajo su hechizo.
Paula lo había invitado en persona. Como vivía al lado, él era un visitante frecuente siempre que ella iba a visitar a su tía. También la preparaba en matemáticas y la dejaba mirar por el telescopio que tenía.
Se hizo a un lado, con la espalda contra la pared, las manos enterradas en los bolsillos.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario