martes, 17 de octubre de 2017
PLACER: CAPITULO 30
—¿Mamá?
Monica sonrió y tomó las manos de su hija.
—No me has llamado así desde hace un tiempo. Normalmente utilizas el «mamá» cuando estás enfadada por algo.
—Creo que ha llegado el momento de marcharnos —dijo Paula mientras terminaba de hacer la cama de Monica, quien acababa de fruncir el ceño.
—Está bien, cariño. Yo estoy mucho mejor. De hecho estaba pensando en...
—No. El trato es éste: sólo me marcharé si me dejas contratar a una enfermera privada.
—No necesito una, ya tengo al fisioterapeuta —dijo Monica.
—Si yo me voy, necesitarás a los dos. Y Pedro tendrá que contratar a un ama de llaves temporal. Debes decírselo y no habrá ningún problema.
—Está claro que crié a una niña testaruda —comentó Monica tras un suspiro.
—Es verdad. Bueno, menos mal que las inyecciones en la espalda y la rehabilitación han hecho maravillas. Has tenido una recuperación prodigiosa. Volverás a ser la de antes, es sólo cuestión de tiempo.
—Pero aún no lo soy, ¿verdad?
—Eso es —le confirmó Paula.
—La verdad es que no soporto la idea de que tú y Teo os marchéis. Ya sabes que te entiendo. Aunque en el fondo no sé si te entiendo.
—Es que tengo que volver a la consulta —explicó Paula.
—Yo creo que hay algo más. Es por Pedro, ¿verdad?
Paula sólo pudo asentir con la cabeza. Tenía un nudo en la garganta.
—Si te vuelve a hacer daño, yo misma me encargaré de estrangularle con mis propias manos —dijo Monica.
—No pasa nada. Es sólo que ha llegado el momento de que Teo y yo nos marchemos. A ti te encanta vivir aquí. A Pedro le encanta que estés en el rancho y yo no quiero ponerlo todo patas arriba.
—Yo sigo pensando que vosotros dos os tenías que haber casado.
—Bueno, ya es demasiado tarde para pensar en eso —admitió Paula con amargura.
—Nunca es demasiado tarde para ser feliz, querida. Si es una cuestión de orgullo, olvídalo. El orgullo puede llegar a arrasar lo más hermoso.
—Mamá.
—Ya no te digo nada más. Cuando estés preparada para hablar, yo estaré aquí para escucharte. Nada de lo que hayas hecho o de lo que hagas, será imperdonable para mí. No lo olvides. Te quiero más que a mi propia vida.
—Oh, mamá —dijo Paula antes de echarse a llorar sobre su madre—. Tú has sido mi mayor apoyo y siempre lo serás. Quizás ya haya llegado el momento de abrirte mi corazón.
—Te escucho, mi amor —dijo Monica tras limpiar una lágrima de la mejilla de Paula.
Paula ya había hecho las maletas y estaba lista para emprender la marcha.
Todavía no había avisado a Teo que estaba jugando con Tamy en el campo.
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