lunes, 30 de octubre de 2017

NO TE ENAMORES: CAPITULO 19





Cinco minutos después, cuando entraron en el ático de la librería, Pedro comprendió el alcance de su afirmación. Era un lugar enorme y abarrotado de tesoros históricos y de todo tipo de objetos sin importancia que el padre de Paula había acumulado a lo largo de toda una vida de trabajo.


—¿De dónde ha salido todo esto?


—¡De todas partes! Cuando yo era pequeña, mi padre se dedicaba a coleccionar cualquier cosa relacionada con la guerra civil estadounidense. Recuerdo que una vez viajamos a Georgia para adquirir una silla de montar que supuestamente había pertenecido al general Lee.


—¿Bromeas?


—No. Creo que por alguna parte hay unas cuantas balas de cañón… E incluso un par de catalejos de la época —respondió Paula con un brillo de malicia en los ojos—. Pero los catalejos me resultaron muy útiles. A veces me servían para espiar a los vecinos.


Pedro rió.


—Ah, yo nunca habría espiado a los vecinos. ¿Para qué? ¿Para saber lo que hacen y cotillear al respecto? Mis hermanos y yo preferíamos hacerles la guerra.


—Tu madre lo debió de pasar muy mal con vosotros. Lograríais que le salieran canas antes de cumplir los treinta.


Pedro sonrió, pero no lo negó.


—Bueno, sólo hicimos que su vida fuera más interesante.


—Más terrorífica, querrás decir.


—¿Nosotros? ¿Los hermanos Alfonso? No sé de qué estás hablando — ironizó—. Fuimos adolescentes modélicos.


—Sí, claro —dijo entre risas—. Pero bueno, ya eres un hombre hecho y derecho; supongo que no harás nada malo con mis balas de cañón, ¿verdad?


Pedro echó un vistazo a su alrededor y suspiró.


—Yo no me preocuparía por eso. Aquí hay tantas cosas que dudo que las encuentre antes de que me haga viejo.





No hay comentarios.:

Publicar un comentario