domingo, 6 de agosto de 2017

UNA CANCION: CAPITULO 10




—¿Estás preparado? —preguntó Paula a Joaquin.


Aunque era la festividad del Día del Trabajo, Paula se había levantado muy temprano y había estado haciendo las tareas de la casa. Tenía pensado llevar a Joaquin esa tarde al parque y pasar con él todo el día.


—Pronto —contestó Joaquin desde su habitación.


Paula sonrió ante la curiosa respuesta de su hijo.


Se dirigía a su habitación cuando sonó el teléfono de la cocina.


—Hola —respondió ella en seguida, esperando que fuese Pedro.


Había estado escuchando sus discos la noche anterior, después de haberse dormido Joaquin, y se había emocionado con la poesía de sus canciones y la calidez de su voz. Se había ido luego a la cama y había estado casi toda la noche en un estado de duermevela, recordando el beso que se habían dado. Pero tenía los pies en la tierra y sabía que ella no era una Cenicienta de la que pudiera enamorarse un apuesto príncipe. Aquel beso no tenía por qué significar nada.


—¿Paula Chaves? —dijo una voz femenina.


—Sí, soy yo —respondió Paula recelosa, imaginando que sería una de esas llamadas comerciales ofreciendo ventajas de todo tipo.


—Soy Erika Traub, la esposa de Daniel Traub. Somos amigos de Pedro. ¿Te llamo en mal momento?


—No, en absoluto. Como hoy es fiesta, me disponía a ir al parque con mi hijo.


—Muy bien. Pedro me dijo que estabas buscando un trabajo a tiempo parcial.
Me dijo también que eras muy independiente y que querías conseguirlo por tu cuenta. Pero el caso es que yo estaba buscando precisamente a una persona que me ayudase.


—¿Necesitas una asistenta para la casa?


—No —contestó Erika con una sonrisa—. Me las arreglo yo sola para las labores de la casa, aunque a veces pienso que no me vendría nada mal que alguien me echara una mano. Tengo entendido que eres una madre tratando de sacar adelante a tu hijo. Sé muy bien lo que es eso. Yo también fui una madre soltera durante unos meses. Pedro me dijo que eres muy inteligente y responsable. Necesito a alguien así que me ayude en el Frontier Days. El año pasado, el complejo turístico de Thunder Canyon fue el impulsor de las actividades del festival. Este año, todos los comercios de la ciudad están dispuestos a patrocinarlo. Yo me encargué de coordinar el programa de actividades el año pasado, por eso el alcalde me ha propuesto que me ocupe también este año. Dado que ahora me encargo de la parte administrativa de la clínica de mi marido, le dije al alcalde que solo aceptaría si contaba con la ayuda de alguna persona. Me dijo que no había ningún inconveniente porque el ayuntamiento tenía prevista para ello una partida en el presupuesto. Creo que tú podrías ser la persona idónea para ayudarme. Te encargarías de preparar los folletos con el programa del festival y de coordinar las actividades. ¿Te interesaría el trabajo?


—Trabajo en el LipSmackin’ Ribs y cada día tengo un turno diferente. No sé si eso podría suponer un problema.


—En absoluto. Podrías tener un horario flexible. ¿Por qué no nos vemos mañana y concretamos los detalles?


—Me parece bien. Tengo que llevar a Joaquin al colegio, pero sus abuelos irán luego a recogerle, así que tendré toda la mañana libre.


—Muy bien. ¿Por qué no vienes a casa después de dejar al niño en el colegio? Yo no tengo que estar en la clínica hasta las diez. Te daré mi dirección.


Paula apuntó la dirección de donde vivían Erika y Daniel. Era una casa del casco viejo de la ciudad, en una zona donde la mayoría de los bloques eran viejas viviendas restauradas. Le sorprendió que el doctor Traub no viviera en un barrio más moderno y elegante. Tal vez, los amigos de Pedro eran gente corriente que llevaba una vida normal. No como él.


—¿Necesito llevar algo? —preguntó Paula, una vez que tomó nota de la dirección.


—Podrías traer un pequeño currículum con tus experiencias profesionales más significativas. Pero nada formal, solo un par de párrafos.


—Gracias. Aprecio de verdad la oportunidad que me ofreces.


—Soy yo la que te estará agradecida si aceptas el empleo. Estoy agobiada de trabajo y el Frontier Days es a final de mes. Nos veremos mañana. Que os divirtáis en el parque.


—Gracias. Hasta mañana.


Paula colgó el teléfono, pensando en lo que aquel trabajo podría significar para ella. Aunque se trataba solo de algo temporal, sería muy beneficioso para su currículum. Y podría serle de mucha ayuda para conseguir otro trabajo que no fuese limpiar casas o servir costillas.


La vida parecía empezar a sonreírle. Y todo gracias a Pedro Alfonso.



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