domingo, 16 de abril de 2017

MI MAYOR REGALO: CAPITULO 21




Pedro se quedó. Pasaron otro par de horas haciendo el amor lentamente, explorando mutuamente sus cuerpos, aprendiendo a distinguir los puntos más sensibles.


Alrededor de la una, Pedro se levantó y empezó a vestirse.


— ¿De veras tienes que irte? —inquirió Paula.


—Sí, cariño. Y esta vez ha de ser para siempre. No puedo seguir haciéndote esto. Utilizándote y dejándote luego.


—Pero pensé... Creí que podríamos...


El le dio un rápido beso.


—Me encanta hacerte el amor. Pero la gente empezaría a criticarnos. Además, ¿cómo le explicarías a tu hijo nuestro romance?


—Supongo que puedo decirle que estaba enamorada de su padre y que no me avergonzaba de hacer el amor con él.


—Maldita sea, Paula, no me hagas esto No supongas que el niño, tú y yo podemos tener un futuro juntos.


—De veras serás capaz de abandonarnos. ¿Sin sentir
remordimientos?


—Claro que tengo remordimientos, cariño. Muchos. Quisiera ser la clase de hombre que tú deseas. Quisiera poder amaros a ti y al niño, y vivir con vosotros en Crooked Oak. Quisiera poder ser la clase de marido que era Leonel. Pero no lo soy. Lo siento.


Pedro sacó el abrigo del armario, dirigió a Paula una última mirada de despedida y salió por la puerta.


Paula observó cómo se marchaba, con las palabras que deseaba gritarle atascadas en la garganta.


«Yo no quiero que seas la clase de marido que era Leonel.
 El jamás me hizo sentir como me haces sentir tú. Nunca lo amé ni la mitad de lo que te amo a ti. Y no espero que seas el padre que él hubiera sido. Sólo quiero que seas tú mismo. Te necesito. Tu hijo te necesita. Por favor, por favor no nos abandones.»




No hay comentarios.:

Publicar un comentario